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"CiU está obligada a influir en España"

Jordi Pujol teme a los sondeos preelectorales más que un campesino al pedrisco. Si algo le quita el sueño es que anuncien de forma coincidente que está a las puertas de renovar por cuarta vez la mayoría absoluta, porque puede desmovilizar a su electorado o provocar la fuga de unos cuantos miles de votantes hacia otras opciones.Pregunta. ¿Revalidar la mayoría absoluta después de dos años de colaboración con el desgastado Gobierno socialista es un éxito personal de Jordi Pujol?

Respuesta. Eso de revalidar la mayoría es algo que no está conseguido. Ya hablaremos. En estos últimos días la oposición, pero también algunos sectores que no son propiamente políticos, ponen todo su esfuerzo en tratar de evitarlo. Creo que se equivocan, porque la garantía de un Gobierno eficaz en Cataluña es que nosotros podamos actuar sin depender de nadie, como también es una garantía de que podamos llevar a cabo una actuación eficaz a nivel general español. Pero, en fin, está por ver. Todo depende de muy pocos votos que se decidirán los últimos días. No sería en todo caso un éxito personal, sino fruto de un balance de estos dos años, que es bueno. Lo único que hace falta es saberlo explicar.

P. Cuando afirma que CiU está dispuesta a seguir influyendo en la política española con el Gobierno que salga de las elecciones de marzo, ¿le da igual que sea socialista o popular?

R. No es que estemos dispuestos a seguir tratando de influir en la política española, sino que CiU tiene la obligación de intentarlo, desde una perspectiva catalana y también española, al servicio del interés general español y de Cataluña. No sabemos cómo lo haremos, pero siempre lo hemos intentado, incluso cuando en Madrid ha habido una mayoría absoluta.

P. ¿Qué exigiría del PP o del PSOE para colaborar con ellos?

R. No me gustaría contestar de una mañera que pudiera indicar que queremos colaborar con éste o con el otro. Lo que pedimos es que se tengan en cuenta puntos muy esenciales de nuestro programa, sobre todo en dos aspectos fundamentales: el económico y el autonómico. Todo lo demás es accidental. Y en el caso de Cataluña, más allá de nuestro programa hay un proyecto de país que poco o mucho afecta al proyecto de España, porque Cataluña se ha de encajar en una España en la que nuestro proyecto sea viable.

P. Después de unos años de frialdad en el trato, González y usted habían alcanzado una buena química. ¿Cree posible entenderse de igual forma con Aznar?

R. Nuestro deseo es entendernos con todo el mundo. Y nuestra obligación es hacer todo lo posible para que eso sea posible. Otra cosa es que se consiga. No puedo dar ninguna garantía, pero hemos demostrado que somos capaces de hacerlo.

P. Hace años, cuando gobernaba UCD, usted utilizó la metáfora de que el Báltico sólo es navegable en verano, porque en invierno se hiela, para explicar la necesidad de aprovechar las circunstancias favorables para llenar el cesto de traspasos. Estos dos años han sido para usted de verano...

R. Han sido dos años de normalidad, sí.

P. Pero, los próximos pueden ser de crudo invierno. ¿Qué actitud adoptará CiU? ¿Encerrarse en los cuarteles de invierno o salir a plantar batalla?

R. Nosotros siempre deseamos que exista un clima que haga posible el entendimiento, la negociación y la colaboración. Evidentemente, nos hemos encontrado con épocas en que la colaboración no ha sido posible. En esos casos, simplemente, hemos debido esperar, pero sin perder nuestras posiciones. En épocas de gran prepotencia de los socialistas nos dedicamos a nuestro trabajo interior, a reforzar nuestra posición aquí y a hacer aquello que llamamos construir Cataluña. Pero nunca, ni en las épocas de mayor rechazo, se nos ocurrió renunciar a seguir exponiendo nuestros criterios respecto a lo que debía ser la política española.

P. Esa mala opinión que, según los sondeos, se tiene de los catalanes en el resto de España usted la atribuye a que se ha agitado de forma partidista un poso que ya existía. ¿Pero no se debe también a que CiU no ha sabido explicar el sentido de su intervención en la política española?

R. Un recelo contra Cataluña, en sectores importantes de la opinión española, ha existido siempre. Si no fuera así no se habría intentado debilitar nuestra política atacando por ahí. Ese recelo ha existido siempre, desde Quevedo, quien ya escribía unas cosas dignas de algunas de las que se han escrito ahora. Siempre ha existido una mezcla de consideración y de rechazo o recelo. Estoy seguro de que cualquier encuesta que se hubiera hecho hace tres años también nos habría situado abajo de todo de la tabla. Es algo secular, basta con releer a Quevedo. Nosotros hemos dado todas las explicaciones que hemos podido y sabido. Sobre todo una: que la política que habíamos propugnado era buena para el conjunto de España.

P. Usted habla mucho de competitividad y de internacionalización, ¿pero no existe el riesgo de que la competitividad derive en competencia al estilo japonés o americano? ¿O que en la internacionalización los europeos llevemos las de perder ante el dumping social?

R. Siempre, siempre, siempre he aparejado competitividad con solidaridad. En mis discursos en el Parlament he planteado dos parejas de conceptos: competitividad con solidaridad y enraizamiento nacional con internacionalización y apertura. Porque el gran reto que tenemos en los próximos años, a nivel catalán y español pero también europeo, es salvar el Estado del bienestar. Y esto requiere un crecimiento fuerte, con una economía muy diversificada, de alto nivel, y, además, ganar cuota de mercado internacional. En caso contrario, no salvaremos el Estado del bienestar, que es una prioridad absoluta.

P. ¿Volverá a presentarse en 1999?

R. Yo no hablo de lo que pasará dentro de cuatro años. Ya hablaremos entonces. Ahora sólo pienso en que necesitamos una mayoría que no nos obligue a depender de nadie, en interés de Cataluña y de que podamos ser útiles en la política española.

P. ¿Teme que el nuevo capítulo del caso De la Rosa tenga efectos electorales negativos para CiU?

R. Nuestras relaciones con el señor De la Rosa pueden resistir cualquier análisis crítico. Lo he explicado en muchas ocasiones y lo único que pueden recriminarme es una frase desafortunada, en realidad. Fueron unas relaciones fáciles de entender y también las tuvo el Gobierno socialista, relacionadas con empresas que él controlaba. Se trataba, en nuestro caso, de las empresas Ercros y especialmente Erkimia, Burés, Coma Cros, Torraspapel y Compañía de Industrias Agrícolas. Y especialmente Port Aventura, que es la que dio lugar a la frase elogiosa y poco afortunada que algunos me sacan a relucir. Pero todo tiene su explicación en su contexto. En aquel momento, Port Aventura iba a naufragar y el único que se avino a salvarlo fue De la Rosa. De ahí la frase. También tuvo contactos de este tipo el Gobierno central. Y más que nosotros, como es lógico, ya que sus intereses y responsabilidades son mayores. Intentó, por ejemplo, que De la Rosa fuese accionista de Tele 5. Creo que esto no debiera influir en las elecciones, porque un Gobierno debe intentar salvar empresas y puestos de trabajo. Es lo que hicimos. Y entonces nadie preveía que se produciría lo que está pasando ahora. Al PSC, por otra parte, se le nota de masiado su vieja tendencia al gol petajo, sin reparar en que el partido que más perjudicado podría salir es él mismo.

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