Las mezquitas del silencio
El régimen se ha apoderado del discurso religioso tras acallar el altavoz integrista
Los altavoces de las mezquitas de Sunna y Ben Badis en Argel parece como si estuvieran precintados.Ya no suenan estrepitosamente como antes, como en aquellos viernes, en el momento de la gran plegaria, en los que las calles se llenaban de fieles venidos de todos los puntos de la ciudad e incluso de más allá de la provincia, para escuchar las con signas religiosas y políticas del Frente Islámico de Salvación (FIS). Los antiguos santuarios del integrismo radical se encuentran prácticamente sumidos en el silencio desde enero de 1992, fecha en que el Tribunal Supremo decretó la disolución del integrista FIS y el Gobierno activó un viejo decreto del ex primer ministro Mulud Hamruch que prohibía la utilización de las mezquitas para fines políticos. Los decretos de enero de 1992, que vetaban las concentraciones callejeras, y la implantación del estado de excepción algunos meses después hicieron el resto.
Los altavoces de las mezquitas de Sunna y Ben Badis habían venido siendo hasta entonces utilizados por los máximos dirigentes del FIS, Abassi Madani y Ali Belhay, para impartir doctrinas religiosas y consignas políticas y para cohesionar un movimiento populista que había decidido acabar con el régimen de partido único y edificar un Estado islámico. En Ben Badis, en el barrio de Kuba, se fundó el FIS y se agradeció a Alá la victoria islamista en las elecciones locales y regionales de 1991, mientras que en Sunna, en el barrio de Bab El Oued, se convocó meses más tarde la huelga general revolucionaria en protesta por las leyes electorales y se decretó una semana más tarde el fin de la revuelta.
Pero Sunna y Ben Badis no son más que un ejemplo. Las mezquitas y el discurso religioso en Argelia, que habían empezado a ser dominados por los integristas a partir de 1970 con la aquiesciencia del poder, empezaron a ser silenciados, controlados y recuperados por la Administración del Estado y por el Ministerio de Asuntos Religiosos tras la caída del ex presidente Chadli Benyedid y la llegada al poder de Mohamed Budiaf.
El principal artífice de esta operación ha sido el ministro de Asuntos Religiosos, Sasi Lamuri, que ha venido desempeñando su cargo durante casi un lustro, tras una pequeña interrupción en la que fue embajador. En perfecta sintonía con el Ministerio del Interior, este antiguo profesor de Filosofia de la Universidad de Argel ha venido destituyendo y reemplázando a los imanes libres o benévolos, que ejercían de forma desinteresada su misión en las mezquitas, pero que al tiempo se habían convertido en representantes y emisarios del integrismo radical.
"Argelia ha aprendido a rezar en sus casas, incluso el viernes, el día de la gran plegaria, mientras la televisión oficial, ha incrementado y potenciado los mensajes religiosos", comentan en Argel los antiguos islamistas.
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