Cambios en la opinión pública
Los cuerpos celestes, los huracanes o las nubes no tienen la menor posibilidad de cambiar su trayectoria en función de la información que reciben de su entorno, y por eso es sencillo, casi siempre, predecir en dónde van a estar mañana. Pero los humanos pueden cambiar su conducta constantemente en función de todo lo que ocurre a su alrededor: el alma es un mecanismo retroactivo que absorbe información como una esponja y la transforma en conducta. En conducta verbal pública, en el caso que nos ocupa: en opinión pública.La posibilidad de predecir los cambios de opinión pasa por un control del entorno y de las reacciones individuales y colectivas a ese entorno. Es una posibilidad tanto más difícil cuanto, más desordenado sea el entorno y cuanto más complejas sean las almas. Y en los periodos de cambio el entorno se desordena y las almas-enriquecen su repertorio de, respuestas a ese desorden. En las encuestas de opinión aumentan los indecisos muy por encima de lo normal, y la predicción ha de hacerse con fórmulas sociológicas artesanales sobre datos muy limitados. No fallan las encuestas, sino que no se dan los mínimos estadísticos. que permiten inducir un resultado con un margen de variación aceptable: ya no son encuestas, en el sentido científico del término. A esto hay que añadir que, aun siendo correctas las encuestas, la opinión cambia, incluso cambia de la noche a la mañana en temas que no afectan ala estabilidad emocional de las personas: la política comienza a ser uno de esos temas que no afectar¡ al yo personal, como no lo afecta el comprar una lata de atún de. una u otra marca. Hay una desdramatización, de lo político que lo hace más imprevisible.
Los cambios lentos en opinión pública oon cada vez más escasos, pero cuando se producen de esa manera tienden a mantenerse en esa dirección del cambio. Pero esos cambios lentos van quedando cada vez más para zonas profundas de lo individual y colectivo: la cultura, la mentalidad, las creencias. De tal manera que se pueden producir cambios rápidos en la opinión pública (cambios de voto, por ejemplo), sin que ello afacte a las áreas profundas de lo cultural, lo mental o lo creencia.O dicho sencillamente: un conservador puede votar progresista y un progresista conservador, sin que tiemle la conciencia individual o la colectiva. Y en estas condiciones toda predicción es una aventura.
Si todo esto se reduce a anécdota para hacerlo más comprensible, se pueden contar cosas como que (una encuesta es también un manantial de sobresaltos) militantes de un sindicato desconocen el nombre de su secretario general, o que hay gente que no reconoce a Felipe González en una foto clara y frontal o que un pequeño por centaje de extremistas de izquierda votar a la derecha y otro pequeño porcentaje de extremistas de derecha votan a la izquierda. También hay gente que desconoce el nombre del presidente, del Gobierno. Son curiosidades de las encuestas, pero sirven para ilustrar algunas cuestiones de estas líneas.
Los cambios en la opinión pública son, con frecuencia, cambios bruscos. Y esto. va más allá de los errores metodológicos de una encuesta:. escapa a las posibilidades predictivas de una encuesta, que además no es en sí misma -un instrumento predictivo, sino descriptivo, y como instrumento descriptivo es, además, impagable. La predicción hay que que hacerla de otra manera, aunque esté basada, en parte, en encuestas. La predicción es, en, las ciencias sociales, una cuestión teórica: tiene que ver con la teoría o las teorías interpretativas sobre el momento sociológico que se está viviendo: una mala teoría genera una mala interpretación y una mala interpretación hace mala a la predicción. Aunque a. veces el azar permita que malas teorías generen buenas predicciones, pero eso es otro problema.
La cuestión central de toda predicción ("¿córno va a ser España dentro de unos meses o de unos años?") sería entonces el hallar una teoría que permitiera dar sentido a los datos confusos y hasta caótico que un sociólogo puede tener sobre la mesa extraídos con métodos descriptivos de tipo estadístico-cuantitativo o de tipo cualitativo. Y el problema' de una teoría así es que está construida,. normalmente, con retales ideológicos subjetivos que tienden a confirmar lo que uno cree de forma no muy científica: una teoría así tiene la forma de una profecía deseada. Y esto es -casi inevitable. En este proceso de conocimiento, los cambios en la opinión pública son ignorados por ese mecanismo político del científico social que tiende a oscurecer la realidad con teorías que se ajustan a sus creencias. Los científicos naturales también hacen estas cosas, desde luego, y las ciencias naturales están llenas de teorías así, ajustadas a las creencias.
Los cambios en la, opinión pública, en ausencia de teorías desprejuiciadas sobre la. realidad, pasan desapercibidos a todos: no sólo a los científicos sociales cargados de limitaciones, sino a las propias personas que están cambiando su conducta sin ser muy conscientes de ello.
Y conociendo todas estas limitaciones, resulta pasmosa la seguridad con que algunos ciudadanos con fácil acceso a la opinión, los periodistas entre otros, interpretan el presente y predicen el futuro. Cuando se está acostumbrado a navegar por las procelosas aguas de la duda razonable, la firmeza en la opinión de algunos profesionales crea una sensación de seguridad que es ficticia: oculta más que desvela. Esas ideas claras, sobre todo, pueden tener la virtud de anestesiar la incertidumbre de la ciudadanía, pero dificultan el debate razonable y la construcción del futuro, al tiempo que reducen la tolerancia social al monopolizar la verdad interpretativa de una situación. Como estas firmes y reiteradas teorías mediáticas contienen una gran carga subjetiva e irreal, fracasan con frecuencia como marcos de predicción, pero dejan siempre la sensación de que las cosas, todas las cosas están claras. Y esto es lo importante, porque la duda y la oscuridad siempre resultan algo subversivas.Da gusto que pongan orden y claridad en el mundo ya desde el amanecer, estos nuevos científicos de los medios sin prejuicios metodológicos. Y no como otros.
es catedrático de Sociología-Opinión Pública de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense.
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