Las dos Españas, ¿otra vez?,

La proliferación de medios informativos, especialmente, audiovisuales, con la carga de lícita competencia entre unos y otros que aquella proliferación genera, está, sin embargo, adquiriendo caracteres dramáticos, cuando no grotescos, que. nos están conduciendo derechitos a la crispación y a la división histórica de las. dos Españas: la de los tolerantes y la de los intransigentes; la de los progresistas y la de los retrógrados; la de los civilizados y la de los del asalto al poder como sea. El legítimo incluso, ferviente, ardorosamente legítimo- deseo de obtener la noticia de los informadores se está confundiendo con la execrable manía de algunos reporteros de, en medio del barullo, entre codazos y empujones, meter el micrófono por. la nariz del noticiable. Otras veces, la originalidad o la primicia se confunden con la entrevista a pie de cama de una víctima cualquiera, dolorida y sangrante, que lo que quiere es que el médico de urgencia le entablille cuanto antes las extremidades rotas.Unáconocida cadena privada de televisión difundió la triste noche del 29 de septiembre un programa especial sobre, el secuestro de Anabel Segura. Tengo que decir con rabia incontenida que el mencionado programa habría estado muy bien si se le hubieran suprimido todas las escenas, macabras, todas las entrevistas improcedentes y todas las imágenes dolorosas e irrespetuosas que se ofrecieron al público como si se tratara de una fiesta tan tenebrosa y fúnebre como rutilante y verbenera. Es decir, y para entendemos mejor: el programa de Antena 3 Televisión hubiera estado muy bien, si, simple y sencillamente, no hubiera existido.

. En algún lugar tendrá que detenerse o ser detenida esta loca carrera de algunos informadores en pos de la noticia, la notoriedad y el lugar de privilegio en las cifras de ventas o audición. Confundir el periodismo de investigación con la burda y peligrosa colaboración con unos conspiradores contra el Estado y la democracia; confundir la noticia pura y dura de un suceso que estremece a la sociedad con el regusto por lo cadavérico; confundir la libertad de expresión con el libertinaje, y todo por unos cuantos reales y unas cuantas parcelas de poder y privilegios, no es periodismo. Es abonar el terreno para que las dos Españas sigan vivas.-