Literatura y liberación
Digno de meditar ha sido 16 que ha ocurrido en el Encuentro entre Artistas e Intelectuales Amerindios y Españoles, organizado por la Fundación de Artistas e Intelectuales por los Pueblos Indígenas de Iberoamérica. Hemos podido tener un verdadero acercamiento cultural, pero realizado de tú a tú, sin la pantalla de las interpretaciones. Y, en particular, quiero referirme al contacto personal y vivencial entre escritores de nuestro mundo occidental y esos amerindios poetas, y escritores en general, que viven culturas que desconocemos, y que aquí las hemos contactado de primera mano y las hemos podido detectar directamente.Sus culturas son verdaderas culturas, que ellos hacen un esfuerzo por conseguir que resurjan y sean conocidas en su verdadero valor. Nosotros hemos cometido una gran injusticia al preterirlas, como si la única cultura, cuando allí fuimos hace cuatro siglos, fuese la nuestra occidental. Los únicos que supusieron una excepción fueron una buena parte de los religiosos, que se encargaron enseguida de confeccionar catecismos en lenguas aimara, quechua, náhuatl, chiapáneca y tantas otras más. Incluso con el esfuerzo de hacer uno de los primeros catecismos, el mexicano de fray Pedro de Gante, pictográfico, como usaban entenderse culturalmente allí también.
Pero esto resultó una excepción, porque la tendencia fue a que desaparecieran esas culturas tan ricas, que ahora quieren resurgir en todas sus formas. Y la primera de todas era oral.
Porque las primeras y ricas culturas religiosas del mundo fueron orales. Recordemos sólo dos ejemplos: los libros sagrados llamados Vedas, una de las obras más geniales de la literatura mundial. Durante muchos. años se difundieron de viva voz, y tardaron siglos en ponerse por escrito. Lo mismo que ocurrió pon los libros de la Biblia. Era entonces la memoria verbal excelente, como en estás culturas amerindias. Y allí se quieren poner hoy por escrito, inventando también y creando una excelente. poesía, que luego traducen al castellano para que podamos todos disfrutar de su delicadeza, profundidad y el grito de liberación que llevan dentro. Yo he disfrutado con los versos de un literato mapuche y otro chiapaneca que escribe en náhuatl.
Jorge Luis Borges decía que la literatura "no es otra cosa que un sueño dirigido". Parece "llena de cosas inútiles, [pero] absolutamente necesarias", señala Rosa Montero con aguedeza. Ese soñar la vida es lo que quería, Unamuno; y ojalá le hubiéramos hecho caso, consiguiendo de ese modo un mundo menos prosaico y menos gris que, al final, sería hoy más habitable por más justo al ser más humano.
No olvidemos que nuestro error occidental ha sido creer que el hombre, y todo lo suyo, quedaba definido con la expresión de Descartes, el fautor de la modernidad, "pienso, luego soy". Así se volvió de bronca y discriminatoria nuestra sociedad, porque olvidó que fundamentalmente somos -debemos ser siempre- lo que quería Unamuno: "Siento, luego soy". Y la confluencia de las dos cosas, y su expresión, es la literatura. Por haber. perdido esa dimensión, "el mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee" (Umberto Eco). Incluso la desgracia es que "cuanto mejor es un libro, más tarda en venderse" (H. de Balzac).
Ahora tendríamos que preguntarnos: ¿es la literatura reflejo de las relaciones sociales? En buena parte, sí, porque lo social condiciona lo literario, aunque no lo determina ineluctablemente. En algún modo, la literatura es expresión de la sociedad, igual que la palabra expresa al ser humano. Pero puede y debe ser expresión liberadora de uno mismo, y de la sociedad que aspira a ese sueño de mayor justicia, como nos decía el escritor náhuatl Natalio Hernández, contándonos el ambiente en la maltratada Chiapas.
¿Y el libro? Es hoy también muy necesario, porque cumple, entre otras, dos funciones: "Leer hace al hombre claro; discurrir le hace rápido, y escribir, exacto2 , observaba Francis Bacon. Hasta podríamos llegar a decir: dime lo que lees y té diré quién eres. Hasta llegar a sostener que lo que distingue al hombre del animal es poderse expresar por medio de un libro.
Hay, entonces, que volver al libro para no caer en esta sociedad que no nos gusta; y este hombre y mujer light, que tienen un pensamiento y un sentimiento débil, y por eso resultan carne de cañón de tantos grupos de intereses, que no les dejan ser ellos mismos. Los grandes medios audiovisuales, en vez de fomentar esto, lo que hacen actualmente es meter al ser humano cada vez más en ese pozo de superficialidad. Y el libro es su triaca.
Yo no he encontrado mejor descripción de lo que debe ser la lectura que aquello que decía san Juan de la Cruz: "Buscad leyendo y hallaréis meditando". Ahondaremos de ese modo en lo más profundo de todo, donde se encuentra la confluencia de lo inmanente con lo trascendente. Lo que nos hace, superarnos y elevarnos al Mismo tiempo.
Y no hay mayor verdad que la que señala el proverbio árabe: "El paraíso de la tierra se encuentra entre los senos de una mujer, sobré el lomo del caballo y en las páginas de un libro". Y no olvidemos que la lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren, como se decía años ha. Leer nos hace también ver lo que está ante nuestros ojos, mejor que sin esa ayuda.
A veces lo bueno del libro resulta dos veces bueno, como decía nuestro agudo Baltasar Gracián, porque los libros no se miden por lo corpulentos que son, sino por el ejercicio del ingenio de quienes escribieron, y no por el esfuerzo de sus brazos. Aquellos aztecas del Diálogo de los doce apóstoles se quejaban de los misioneros que no sabían apreciar aquella cultura, que se ha dicho que no es sino lo acumulado y transformado en una sociedad a lo largo de los siglos. Confesaban por ello con dolor: "Nosotros sabemos venerar, sabemos respetar, sabemos ser justos; ¿cómo es que ustedes vienen y nos dicen que todo es de Satanás?". Hasta el último Bartolomé de las Casas sostenía, sin embargo, que "es mejor un indígena pagano, pero vivo, que un indígena cristiano, pero muerto".
Sin duda quedan estos literatos amerindios, lo mismo que su cultura, bien reflejados en el poema mexicano siguiente: "Amo el canto del centzontle, / pájaro de cuatrocientas voces. / Amo el color del jade / y el exquisito perfume de las flores; / pero amo más a mi hermano el hombre".
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