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FÚTBOL NOVENA JORNADA

Al Espanyol le faltó fe ante el Athletic

El Espanyol aportaba credenciales y al Athletic se le suponía orgullo. En ese debate frustrado se fue el partido, convertido en un pulso muscular sin ningún detalle de grandeza. Por distintas razones, unas asumidas, otras sobrevenidas, el fútbol se recluyó en el gimnasio desatendiendo pormenores más estéticos o estratégicos. Tales premisas ratificaban la jerarquía del Espanyol pero al conjunto de Camacho le faltó la fe para recluir a su rival contra la pared.Porque el Athletic era un inválido musculoso, cosas del fútbol, al que le sobraba su mejor hombre, Julen Guerrero, y le faltaba el peor según Stepanovic, Alkiza. Por definición, si a un equipo le sobra el mejor jugador es que está jugando con 10 y en la decisión rojiblanca de alinear al lesionado Guerrero ganó el Espanyol un futbolista más, Bernovic, presuntamente implicado en su marcaje. La superioridad acreditada del Espanyol en la parcela central se incrementó con esa circunstancia y el Athletic reconoció su inferioridad desde el comienzo.

Al Espanyol le falto instinto. Ni Urzáiz, ni Lardín, ni Benítez rentabilizaban la superioridad global y el partido libró 45 minutos tan intensos como insulsos, salvados con una ocasión por bando de Torres Mestre y Carlos García. Sus errores. presagiaban la abulia rematadora.

El partido era del Espanyol pero no acababa de ratificarlo. El Athletic, con Guerrero y Etxeberria al 30%, era una presa demasiado fácil para un rival aguerrido... Sólo el pundonor de Carlos García oponía alguna reticencia a los blanquiazules, faltos de finura en los metros finales. El encuentro se dilucidaba de área a área sin que nadie penetrara en el domicilio de los guardametas.

El público se encrespó con Guerrero, con Stepanovic, con el equipo entero que sigue escondido en una cueva futbolística sin luz ni agua. La única satisfacción de la grada era el debutante Txutxi, que mantuvo un interesante duelo físico con Urzáiz resuelto a favor del neófito.

Camacho quería ganar y Stepanovic sólo pensaba en no perder. El técnico blanquiazul metió gasolina a su equipo con la incorporación de Toril y sobre todo de Bogdanovich, pero para entonces el Espanyol estaba sumido en una batalla sudorosa y le faltaba frescura para definir en los momentos definitivos.

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