La ONU denuncia la persecución que sufren en Croacia los últimos serbios de Krajina
Mientras callan las armas continúa la persecución de los civiles. Y no sólo en el noroeste de Bosnia, el escenario de las últimas batallas antes del alto el fuego en vigor. El cuartel general de la ONU en Zagreb difundió ayer un informe del general canadiense Alain Forand que confirma la extensión y la brutalidad de la limpieza étnica practicada por los croatas en Krajina, la región que reconquistaron en agosto. Precisamente, las derrotas de los serbios han desencadenado los primeros ajustes de cuentas en la cúpula serbobosnia.
, ENVIADO ESPECIAL
El informe hecho público ayer en Zagreb denuncia que los pocos serbios que quedan en la zona sufren una insoportable violencia. De terminar ahora, las guerras en la antigua Yugoslavia se saldarían con la derrota de los partidarios del proyecto de la Gran Serbia, pero con la victoria del método que resucitaron en los Balcanes: la expulsión de las poblaciones cultural o religiosamente diferentes."Los hogares y las granjas serbios en Krajina siguen siendo incendiados y saqueados", dice el general Forand, que añade que las patrullas de la ONU han podido observar en fechas recientes cómo los soldados y policías croatas no hacen el menor intento "para detener la destrucción y la matanza". Tras la huida en agosto de unos 185.000 serbios de esta región, quedan unos 2.200 en el norte y unos 1.500 en el sur, en su mayoría personas de edad avanzada que habitan aldeas y granjas aisladas.
A ello. se añade la eliminación física. Desde el 4 de agosto al 6 de octubre, los cascos azules, según el informe del general canadiense, han levantado acta del hallazgo de 128 cadáveres de civiles serbios, en muchos casos con "disparos en la cabeza".
'Limpieza étnica'
Los croatas están volviendo a instalar en Krajina a sus compatriotas expulsados por los serbios en 1991 y a otros procedentes de localidades bosnias como Banja Luka, donde los serbios han desencadenado un nuevo episodio de limpieza étnica. Tendrán que efectuar un duro trabajo de reconstrucción, porque, según el informe, de las 21.744 viviendas serbias inspeccionadas por los cascos azules, 16.578 están "destruidas o seriamente dañadas". En cuanto a los interiores, han sido "ampliamente saqueados", incluyendo las tuberías y los cables de la electricidad.
Si ésas eran ayer las malas noticias en el cuartel general de la ONU en Zagreb, la buena consistía en que el alto el fuego era "generalmente respetado" en todos los frentes de Bosnia. Por quinto día consecutivo, callaban las armas. Pero los duelos de artillería seguían atronando en el noroeste, en la zona de Sanski Most, la última conquista del Ejército gubernamental bosnio. Y las tropas serbobosnias desafiaban el cese de hostilidades al bloquear el acceso al enclave de Gorazde desde Sarajevo. Ningún oficial de la ONU, diplomático occidental o corresponsal presente en la capital croata se atrevía a apostar el salario de un mes a favor de la consolidación de esta calma. El escepticismo era tan espeso como la niebla que cubría la ciudad.
"Los contendientes", explicó un portavoz de la ONU, "no parecen muy convencidos de la necesidad de parar; hay que tomarles constantemente del cuello y retenerles". De ello se ocupaban los norteamericanos, que seguían exhibiendo el palo y la zanahoria: el palo de la amenaza de ataques aéreos de la Alianza Atlántica a quien no respete el alto el fuego y la zanahoria de una pax americana con su corolario de ayuda económica.
Pero la estrategia de pacificación es la que prima por encima de todo. Francia y Estados Unidos son "conscientes de la necesidad de asociar a Rusia a la fuerza de mantenimiento de la paz en Bosnia", según declaró ayer un portavoz del Ministerio de Exteriores francés. El negociador norteamericano, Richard Holbrooke, viajó ayer a París para impulsar la vía. negociadora y preparar la reunión que hoy celebrará en Moscú el Grupo de Contacto (Rusia, Francia, EE UU, Reino Unido y Alemania).
Ruedan cabezas
En las filas de los líderes serbios de Bosnia, mientras tanto, seguían los ajustes de cuentas. El pasado fin de semana, Karadzic, ante el Parlamento serbobosnio reunido en la amenazada ciudad de Banja Luka, pidió las cabezas de los responsables de las últimas derrotas militares de su Ejército. Su primer ministro, Dusan Kovic, dimitió ayer. Y los parlamentarios exigieron también la renuncia de cuatro altos oficiales: Milan Gvero, Zdravk Tolimiz, Dorda Dukic y Gruj Boric. Hecho significativo, el comandante en jefe serbobosnio, el general Ratko MIadic, no participaba en las reuniones de Banja Luka y no se conoce todavía su reacción a estas purgas.
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