Desmantelada una red de la mafia china que introducía inmigrantes ilegales
La policía ha desmantelado una red de la mafia china que desde 1991 introdujo ilegalmente en España a un centenar de compatriotas para su explotación en prostíbulos, restaurantes y talleres de confección.La banda, especializada en la falsificación de documentos y cuyas ramificaciones en Europa siguen sin ser desarticuladas, mantiene secuestrada desde 1993 a una china en la República Checa. Esta mujer no pudo pagar los dos millones que le exigieron para traerla con su marido a España. La operación culminó con 26 detenidos -siete integrantes de la banda y el resto inmigrantes ilegales- en Tenerife, Madrid y Barcelona.
Las pesquisas se iniciaron después de que un chino -Pin Ye- denunciase que una red de inmigración ilegal había secuestrado a su mujer, Xue Jung Lin. Este hombre, que reside en Portugal, había llegado a España en 1991 de la mano de Jiang Dong Sun y su esposa, Feng Ying Zhou, ambos residentes en La Laguna (Tenerife) y a quienes la policía considera los cabecillas de la red. A los dos años, Pin Ye decidió traer a su esposa y volvió a contactar con la organización.
Se efectuó un primer pago de 200.000 pesetas. La mujer fue llevada desde la región china de Zhejiang a Moscú y luego a Praga. Allí se perdió el rastro. La mafia le hizo saber al marido que hasta que no pagase el resto del viaje, estaría secuestrada.
La denuncia llegó hasta el Juzgado de Instrucción número 1 de Madrid. El teléfono de los cabecillas fue pinchado. El pasado día 6 fueron detenidos los principales sospechosos. Además de los jefes de La Laguna, fueron apresados Jianchuan Wang, hermana de Dong Su y propietaria del restaurante Chinatown, en Santa Cruz de Tenerife; Yiuen Ni, propietario del restaurante chino La Gran Muralla, en Las Rozas (Madrid), y Chun Lian Xie, casada con Ron Ling Hu, oriental encarcelado por detención ilegal y encargado de alojar en la capital a los inmigrantes. Asimismo, en Barcelona fueron capturados Xia Yang Cheng y Jian Yue Sun, hermano del cabecilla y propietario del establecimiento Orientetown, en Sant Andreu de la Barca.
Las víctimas proceden en su mayoría de Zhejiang, una región agrícola y subdesarrollada. El viaje les cuesta dos millones de pesetas, y dan una entrada de 200.000. El resto lo pagan trabajando en régimen de semiesclavitud.
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