Subyugó el toreo barroco de Conde

Javier Conde subyugó en su presentación mexicana con su toreo barroco e inspirado. Saludó con empaque al tercero, un cornúpeta de bandera, y dibujó verónicas en su quite. Al son de la música cuajó una faena de pellizco. En su labor por el lado derecho giró rítmicamente la cintura y, con asombroso temple, ligó seis pases y dos de pecho de remate en cada serie. Al concluir la última tanda se resbaló y el ejemplar lo empitonó y zarandeó ocasionándole un desgarro muscular en un codo y hematoma en el pecho. Por el izquierdo muleteó con pureza y engarzó la dosantina y el de pecho en tres ocasiones. Comenzó su trasteo al difícil sexto abusando del pico, pero corrigió su error e instrumentó el toreo con verdad en unos naturales.Eloy Cavazos lidió con profesionalidad al que abrió plaza, que calamocheaba y doblaba las manos. Pero con el bravo cuarto estuvo en plan grande de novillero en busca de cartel. Lo recibió con verónicas ajustadas. Inició su quehacer con la sarga de hinojos con seis pases que pusieron de pie al respetable. Eslabonó una faena artística, templada y mandona a base de redondos y naturales. Inexplicablemente el juez de plaza le negó el trofeo que demandaba el público.

Silveti tardó en encontrar la distancia al fiero segundo pero, cuando se acopló, emocionaron sus tandas por la derecha y los majestuosos naturales ejecutados con quietud y señorío. Al quinto lo llevó al caballo galleándolo y expuso en un quite por gaoneras. Con la pañosa interpretó naturales y derechazos con gran pureza.