Sadam Husein busca legitimarse con un referéndum para seguir en el poder
Dentro de muy pocos días, la democracia será obligatoria en Irak. Ésa era ayer una de las claras conclusiones que se podían extraer en los medios oficiales de Bagdad en vísperas del referéndum del domingo, con el que el presidente Sadam Husein va a conseguir legitimar su permanencia en el poder durante los próximos siete años. En los pasillos del poder de lo que se habla es de la inminente "transición de la revolución a la constitución".
La prensa oficial volvió ayer a advertir que votar por Sadam es votar por Irak, y uno de los periódicos -el diario Babel, que dirige Uday Hussein, el mercurial primogénito del presidente- incluso se ufanó de un logro curioso: Europa, dijo con inequívoco timbre de orgullo Babel, tardó cuatro siglos en lograr la democracia, mientras que Irak, gracias a Sadam, "la consiguió nada más ni nada menos que en 27 años".La explicación oficial de la súbita vocación democrática de Irak es complicada. Para comenzar, ignora ciertos factores de indudable peso en la decisión de convocar a cerca de ocho millones de iraquíes mayores de 18 años a elegir entre las papeletas del sí y el no a la pregunta: "¿Desea usted que Sadam Husein sea el presidente de Irak?".
Técnicamente, la votación será secreta, y de ello seguramente van a dar fe los numerosos observadores extranjeros invitados a supervisar la consulta del domingo. Pero la lista de electores ha sido elaborada basándose en los datos del sistema de distribución de raciones alimenticias, algo que, al menos en principio, podría teóricamente ayudar a las autoridades a identificar a quien se atreva a votar por el no.
Descontado como está por supuesto un arrollador voto de aprobación, en los medios próximos al poder se insiste en que la decisión de convocar al referéndum no es sino un reflejo de la nueva política de apertura alentada personalmente por Sadam. Pero en realidad detrás de este ejercicio yace el afán del presidente de dotarse de un mandato adornado con un encaje democrático que será ciertamente innovador en una zona dominada por obsoletas monarquías, como Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos.
Sadam sufrió un serio revés con la deserción de sus dos hijas y sus poderosos maridos en agosto pasado. "Esa deserción sacudió al régimen hasta sus raíces", admitió hace días un allegado al Gabinete iraquí, "y el referéndum ha sido concebido para mitigar el impacto psicológico de ese monumental desengaño".
Aunque algunos analistas se inclinan a interpretar la consulta como una herramienta para aplacar las críticas occidentales contra el régimen autocrático a fin de suavizar el mecanismo de sanciones internacionales que desde hace cuatro años atenazan implacablemente al pueblo iraquí, otros ven mas bien un objetivo exclusivamente interno.
Sadam, decía ayer un diplomático europeo, quiere salvar su prestigio ante los ojos de sus aliados más valiosos, los jefes y cabecillas de los seis o siete clanes tribales, para quienes la deserción de las hijas del presidente "se ha convertido en un estigma una cuestión de honor".
"El resultado del referéndum va a servir para acallar las blasfemias y las calumnias que se lanzan, contra Irak desde el exterior", declaraba ayer a EL PAÍS el secretario general del Parlamento, el juez Abdel Razak Janabi. "La voz del pueblo va a silenciar mentiras, como aquella de que Sadam no es bien amado por sus compatriotas", dijo.
En el clima de democracia a la iraquí no hay ciertamente espacio ni simpatía para con la oposición en el exilio, la atomizado fuerza de más de 16 organizaciones, muchas de las cuales, con generosa financiación de Estados Unidos, intentaron vanamente derrocar a Sadam tras su estrepitosa derrota en la guerra del Golfo, en 1991. Ni el llamado Congreso Nacional Iraquí (CNI), con sede en Londres; ni el Consejo Superior de la Revolución Islámica, con su cuartel general en Teherán, parecen haber logrado diluir el enorme grado de resentimiento popular hacia las fuerzas opositoras que vegetan en la Comodidad y hasta el lujo del exilio. "Mientras aquí las sanciones de las Naciones Unidas nos han condenado al hambre, estos parásitos se lo pasa en grande en Londres", es una frase que se escucha con frecuencia cuando a un iraquí se le pregunta acerca de la oposición "Con enemigos como éstos, el señor presidente puede darse por afortunado", comentó Al Janab ridiculizando la importancia que se otorgan los enemigos del régimen desde la seguridad que les ofrece el exilio.
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