Mal, pero no peor
MAL, PERO no peor que antes del verano están los damnificados de la situación política actual, es decir, los socialistas. Éste es el diagnóstico más claro que se desprende de los resultados del barómetro estacional de Demoscopia que publicamos ayer. Y junto a esta percepción global de la situación política y económica de España en los inicios del otoño, el dato más llama tivo ante unas elecciones generales ya anunciadas sé ría que el suelo electoral de los socialistas no se hunde más ni el techo de los populares sube.A ojos de los españoles, la situación política y eco nómicá no se ha deteriorado en los tres últimos meses. No es poco. No se sabe si esa actitud es fruto de un descreimiento profundo respecto de lo que está pasando o es que ha surgido algún dato que impide que aumente su desesperanza. En el terreno económico, esto último parece verosímil: la mejora de los datos económicos es visible, aunque los ciudadanos la perciban con cautela, como lo demuestra su prudencia en el gasto.
En el terreno político no parece. haberse producido ningún signo de mejora desde el inicio del verano. El que los españoles sigan pensando en parecidos porcentajes -el 73% en julio y el 69% ahora- que la situación política es mala o muy mala parece fruto de su hartazgo ante unos acontecimientos que se repite con brutal insistencia sin. que nadie parezca ponerles coto.
¿En qué sentido influye ese hartazgo que parecen vivir los españoles en las expectativas electorales de los partidos? De entrada, las del PP no parecen mejorar; incluso se reduce en cuatro puntos su intención directa de voto: del 26,8% al 22,8%. Y su líder, José María Aznar, no logra destacar en ilusionar y poner. fin al descreimiento de los votantes. Nunca tendrá el PP una situación mejor para capitalizar los disparates y errores del partido del Gobierno. Pero en la medida en que no lo logra, favorece al PSOE. Los primeros 100 días de gobiernos autónomos y municipales del PP se caracterizan por la preocupación de no cometer errores. Tal prudencia solidifica una posición, pero no sirve para ilusionar. Izquierda Unida, didáctica y redentora, ni avanza ni retrocede. Inmovilismo puro.
En ese contexto se explica que el PSOE, pese a todos sus escándalos, mantenga asentado su suelo electoral -un,30% en proyección de vóto- y que incluso vea reducida a 6,4 puntos la distancia de 12 que mantenía con el PP antes del verano en intención directa de voto. Aunque siga siendo sustancial la diferencia entre ambos partidos en proyección del voto: entre 10 y 12 puntos, de celebrarse ahora elecciones. generales.
Pero la explicación sería insuficiente, sin la presencia de personajes que intentan aprovecharse de un Gobierno zarandeado por escándalos para obtener impunidades por sus delitos. La mayoría de los españoles se muestran convencidos de que la actuación de esos personajes es un chantaje al Gobierno, si bien critiquen a éste por haber mantenido contactos con sus representantes. En la medida en que la oposición, y principalmente, el PP, no ha condenado con firmeza esa s iniciativas, la posición del Gobierno podría reforzarse. '
En Cataluña, el sondeo preelectoral revela que el electorado castiga a las dos formaciones responsables d e los dos últimos años de acción del Gobierno. El PSC-PSOE registraría una enorme caída de voto, regresando al nivel que obtuvo en 1980, y CiU pierde la mayoría absoluta. El PP e Iniciativa per Catalunya-Els Verds duplican en porcentaje y votos los obtenidos en las últimas autonómicas, y Esquerra Republicana mejora, en este caso sólo ligeramente.
Es, especialmente significativo en el caso del PP, cuándo el mismo sondeo revela que sólo el 10% de los consultados considera como un cambio real el esfuerzo realizado por el partido de Aznar para catalanizarse. El castigo a CiU va acompañado, sin embargo, por una estimación positiva de, su líder, Jordi Pujol, que cuenta con unas cotas de valoración muy por en-, cima de los otros cabezas de lista. La acción de gobierno recibe una excelente valoración.
La opinión catalana difiere sustancialmente de la del resto de España a la hora de evaluar los acuerdos entre Jordi Pujol y Felipe González. Un 52% los considera positivamente, frente a un 30% que opina lo contrario. En el conjunto de España, los términos se invierten, y es un 55% el que los considera negativos, y un 24%, positivos. El sondeo confirma así la impresión de que el clima político catalán es, mejor que en el resto de España.
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