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La ONU pide un alto el fuego en toda Bosnia

Las Naciones Unidas, aunque su voz es ya irrelevante en Bosnia, se sumó ayer a la petición de un armisticio global como el mejor medio de impulsar las negociaciones en marcha para poner fin a una guerra de cuatro años. El llamamiento de la ONU se produce horas después de que el presidente bosnio, AlIa Izetbegovic, precisara en qué condiciones está dispuesto a firmar un alto el fuego general con los rebeldes serbios.

Se pueden resumir en dos: el desbloqueo por tierra de Sarajevo, incluyendo la vuelta de los suministros básicos, y un corredor de paso hacia Gorazde, zona segura y ya único enclave musulmán en los territorios orientales bajo control serbio.

Los continuados combates en el noroeste del país o ataques como el sufrido por Travnik, en Bosnia central, donde cohetes serbios con bombas de fragmentación mataron el miércoles a tres personas e hirieron a otras 35, están minando, según la ONU, los avances conseguidos por musulmanes, croatas y serbios en las mesas de Ginebra y Nueva York que han comenzado a discutir el marco constitucional de una Bosnia en paz.

Para buscar el definitivo alto el fuego y tranquilizar al Gobierno bosnio sobre las intenciones de Estados Unidos de no permitir la desmembración del futuro Estado bifronte (Federación musulmanocroata y Republika Srpska) llegará hoy a Sarajevo Richard Holbrooke, arquitecto de las negociaciones de paz. Sobre ellas mostró ayer por vez primera vez un discreto optimismo el primer ministro bosnio, Haris Silajdzic.

Akashi, sin papel

También los máximos jefes civil y militar de la ONU para la antigua Yugoslavia, Yasushi Akashi y Bernard Janvier, se reunieron ayer en Sarajevo con los responsables civil y militar de las Naciones Unidas en Bosnia, el español Antonio Pedauyé y el general británico Rupert Smith, para contribuir a impulsar el cese de hostilidades. El papel de Akashi -hombre de confianza del secretario general Butros-Gali, y declarado hace unos meses persona non grata por el Gobierno bosnio- se ha venido estrepitosamente abajo desde que Washington decidiera a finales de julio pasado quitar de sus manos el poder de detener las acciones armadas de la OTAN.

Holbrooke, el emisario estadounidense, cuenta desde ayer con el mejor aliado en la decisión occidental de impedir constitucionalmente una eventual secesión de los serbios de Bosnia. Rusia, una voz cualificada en los Balcanes, se opone también a dar a los serbios de Pale la posibilidad de separarse del futuro Estado bosnio para unirse a Belgrado, según ha manifestado su ministro de Exteriores, Andréi Kozírev. Kozírev dijo el miércoles que Moscú, con problemas muy serios de integridad territorial, está interesado en la estabilidad de la antigua Yugoslavia.

El primer ministro bosnio, Haris Silajdzic, retomó ayer el tema de Sarajevo en una reunión con representantes diplomáticos de varios países en la que también estaba presente el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall. Silajdzic dijo que el futuro status de la capital nunca ha sido discutido hasta ahora en las reuniones entre los bandos beligerantes, porque, como la gran pieza de caza mayor que es, todos quieren dejarlo para el final. Pero admitió que la situación de la ciudad es ahora mucho mejor.

El funcionamiento de estufas, grifos y enchufes en Sarajevo depende de un acuerdo entre sitiadores y sitiados, que según la ONU parece estar más cerca tras una reunión técnica de ambos bandos en el aeropuerto. Los expertos de la ONU creen que si nada torpedea el curso de estos encuentros la vida en la capital podría tener trazos de normalidad antes del invierno.

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