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El creador de la mayor obra pública de Madrid apoya grandes vías para la bici

Antonio Jiménez Barca

El urbanista Manuel Ayllón ha convertido en seis años ocho kilómetros urbanos de vías de tren y de fábricas en un espacio habitable con sitio para casas, carreteras, peatones y ciclistas. El creador del Pasillo Verde Ferroviario -así se llama esta operación urbanística, la mayor obra pública de la ciudad- considera "perfectamente posible" abrir en Madrid grandes vías para circular en bicicleta.

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El urbanista del Pasillo Verde Ferroviario coincide con los técnicos catalanes artífices de la actual red de carriles-bici existente en Barcelona. Estos técnicos, a propuesta de este periódico, pensaron y diseñaron dónde deberían habilitarse vías para las dos ruedas en la capital. La propuesta catalana, a la que se sumaron urbanistas madrileños como Alfonso Sanz, se resumía en lo siguiente: si se quiere convertir de verdad Madrid en una ciudad en la que la bicicleta sirva como medio de transporte y no como mero entretenimiento, es necesario crear un carril-bici en la Castellana y otro que una la Ciudad Universitaria con el Retiro.Ayllón aplaude la propuesta catalana, y no es un novato en el tema: el Pasillo Verde Ferroviario dispondrá, cuando esté completamente terminado, de ocho kilómetros de carril-bici, desde la glorieta de Santa María de la Cabeza hasta la calle de Segovia.

Terreno plano

Las ideas del urbanista del Pasillo Verde Ferroviario con respecto a las dos ruedas van incluso más lejos: "El carril-bici del Pasillo Verde hay que alargarlo hasta que llegue a la Ciudad Universitaria. El terreno es plano, sin cuestas, y así se conseguiría que la gente de todo este barrio pudiera llegar a la universidad en bicicleta", sostiene Ayllón.Por otro lado, el eje este-oeste propuesto por los catalanes, según Ayllón, debería incorporar además, un bucle: "Arrancaría de la Ciudad Universitaria, uniría Cuatro Caminos, Doctor Esquerdo, Bilbao y Goya, y luego saldría, a través del Retiro, hacia la M-30".

Los que piensan que la bicicleta no sirve en Madrid, por lo general apelan al particular relieve de la ciudad; en una palabra, a las cuestas. Los defensores contraatacan alegando que hay ciudades en Europa tan montañosas como Madrid que sí que utilizan la bicicleta como medio de transporte.

Ayllón, que conoce el problema, matiza: "Es cierto que Madrid no es Amsterdan, y que las cuestas no hay quien las quite; pero la Castellana, por ejemplo, tiene un desnivel pequeño, del 5%. Ahí es perfectamente posible poner un carril-bici".

Manuel Ayllón, además, esgrime otra razón para reforzar la teoría de las vías exclusivas para bicicletas: "Es muy barato; el metro cuadrado de carril-bici cuesta sólo 500 pesetas". La única dificultad para su plan la ve en la calle de Génova: "Ahí sí que hay un buen desnivel, pero no es insalvable".

En la actualidad, Barcelona supera ampliamente a la capital en número, ubicación y conexión de carriles-bici. La capital catalana cuenta con 50, bien unidos entre sí. Madrid, si se cuentan los del Pasillo Verde, uispone de 14, repartidos en tres esquinas de la ciudad.

Por el Pasillo Verde Ferroviario, en el distrito de la Arganzuela, discurren, en la actualidad, unos dos kilómetros de carril-bici. Hay casi terminados otros seis más.

El pasado sábado se inauguró el tramo que discurre por la calle del Doctor Vallejo-Nágera, entre el paseo de la Esperanza y el paseo Imperial. Además de preocuparse por la bicicleta, los diseñadores del Pasillo Verde, cuya obra total ha costado 34.000 millones de pesetas, también han pensado en el peatón. "La estructura particular de las calles impide que los coches circulen rápidamente, ya que el sentido de la carretera cambia en cada cruce; así, sirve para aliviar el tráfico, pero no es una avenida de alta velocidad", explica Manuel Ayllón.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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