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Tribuna
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La manzana de la discordia

Fase desperdiciada I. El Madrid tuvo aquello con lo que se sueña en partidos así: un gol madrugador. Había salido dispuesto, ahogando al Oviedo en la salida y mandón. Un gol más en el primer cuarto de hora parecía posible y hubiera dado paso a una tarde feliz que el madridismo necesitaba mucho. Pero el primer gol del Oviedo llovió sobre mojado y distánció al público, que llevaba soportadas ocho derrotas en un mes del equipo. Y particularmente de Redondo.Redondo. Se ha convertido en la manzana de la discordia. Su pierna inhábil, la derecha, perdió el balón que dio lugar al empate. A partir de ahí, el público se volcó contra él. Tuvo el mérito de intentar sobreponerse, pero los nervios le llevaron a cometer algún error grosero, como retener el balón aún más o la falta innecesaria que dio lugar al tercer gol. Sufre la desconfianza cada vez más patente del público, que no entiende que se posponga a Milla por él. Puede pesar más arriba, porque le sobre calidad para elle, pero apenas sube. Ayer, sólo una vez.

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Un gol definidor. El primero y el tercer gol del Oviedo nacieron en Redondo, pero el segundo es imputable a todos. El Oviedo sacó una falta en medio campo y todo el Madrid asistió pasivo a la puesta de balón en juego, el pelotazo profundo al área y el rebote posterior. Un despiste general que sólo se da en equipos desconectados de la lucha.

Rincón. El gran perjudicado. Un jugador bueno con aportación al ataque importante. Llega, ve el pase y ve el tiro a puerta. Tuvo mala suerte en marcharse sin marcar, y peor suerte aún en el hecho de que el partido acabara en una ruidosa derrota que difuminará su buen papel.

Fase desperdiciada II. Valdano introdujo tres cambios de golpe, con buen juicio. Cambió por completo el aire que tenía hasta entonces el partido. Hubo ráfagas de ataque intenso, pero pesaba la precipitación. El Madrid ha perdido muchos partidos y quien mas quien menos se siente inseguro. El Madrid quería marcar el cuarto gol antes que el tercero y así no puede ser.

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