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El Ballet Nacional de Ucrania vuelve a Madrid tras 20 años de ausencia

La Orquesta, Ballet y Coro Nacional de Ucrania regresó a Madrid tras 20 años de ausencia. Su desembarco ayer en el teatro Monumental fue multitudinario. El grupo, llamado Veriovk en memoria de su fundador, ha llegado de Kiev con un total de 93 integrantes -entre músicos, cantantes y bailarines-, arropados con 1.500 trajes. En el programa que presentan hay canciones y danzas populares de Ucrania que han sido adaptadas por el director artístico Anatoli Avdievski. Los ucranios, que empezaron su gira por España en julio, esperan repetiren la capital su triunfo de 1975.

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A mediodía, Alexei Gomon, de 48 años, maestro de ballet del grupo ucranio, todavía estaba un poco cansado. Acababa de llegar con su conjunto a Madrid. "Setecientos kilómetros en la carretera y pocas horas para dormir", decía el artista. Sin embargo, Alexei llegó a la una de la tarde al teatro Monumental para inspeccionar el escenario. Quería que todo fuera bien para que sus bailarines pudieran triunfar.Casi todos los integrantes del grupo descansaban. En unas horas iba a dar comienzo el estreno de su concierto en Madrid, y, aunque ya llevaban unas semanas actuando en España, todo el mundo estaba un poco nervioso. La capital es otra cosa.

Alexei, con todo, no era la primera vez que venía al foro. Ya en 1975, durante la primera visita de Veriovka a la capital española, Gomon trabajaba en el grupo. El espectáculo se celebró entonces en el Palacio de Deportes. Los ucranios tuvieron tanto éxito que actuaron 33 días seguidos.

"Para mí ha sido algo especial estar aquí en Madrid", comentaba Alexei. "Lo primero que me llamó la atención aquí fue la belleza de las mujeres. Especialmente hubo una que me gustó mucho. Se llamaba Esperanza. Una chica de 21 años que tenía el pelo negro y unos ojos oscuros como las aceitunas negras. Venía cada noche para verme al concierto y durante el día nos encontrábamos en secreto. Ella estaba muy enamorada", concluye el artista, quien, sin embargo, asegura que nunca ha vuelto, a verla.

El gran hermano socialista

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Alexei prosigue: "En los tiempos del socialismo estaba prohibido casarse con una extranjera. Era una época en la que había muy poca confianza. La gente tenía miedo de acercarse a nosotros porque éramos de la Unión Soviética. En estos días, todo es diferente. Ahora la gente viene después del concierto para felicitarnos y preguntarnos cosas. Esto me gusta mucho" señala Alexei, quien agradece la mayor libertad. Sin embargo, para su amor de hace veinte años es demasiado tarde. El bailarín, que ha vuelto como maestro, hace tiempo que está casado.Pero parece que eso no le ha salvado de cierta soledad. "A mi mujer la veo poco, porque siempre estamos de gira", explica Alexei; "en estas navidades. sí que nos veremos en Kiev, pero luego otra vez estaré tres meses fuera". De enero a marzo, el grupo actúa en Estados Unidos y Canadá.

"A veces es un poco triste" dice Tatiana Breguin, una de las cantantes solistas de Veriovka. Esta mujer de 20 años llama a su novio casi todos los días por teléfono. Le echa mucho de menos.

Nicolai Krivenko, percusionista de 49 años, lo toma con humor: "Sí, veo muy poco a mi mujer y a mis dos hijos en Kiev. Pero, por otro lado, ¡cuántos niños tengo en todo el mundo!". Para este hombre, la situación en España es un poco más fácil porque el músico es el único de los 93 ucranios que habla castellano. Sin él los otros andarían perdidos por la capital.

Amistad entre los artistas

Pero hay mucha amistad entre todos. Por ejemplo, cuando Nicolai Presunko, el promotor del grupo, cumplió en agosto 40 años, le hubiera gustado celebrarlo con su mujer. Ella ni siquiera podía mandarle una carta de felicitación. "Pero todo el grupo celebró conmigo el cumpleaños. Después de nuestra actuación en Soria, todos cantaron para mí y luego bebimos mucho vino de La Rioja". Como a muchos del grupo, el vino español le encanta, aunque normalmente prefiere el vodka. "Siempre hay que escoger las mejores cosas de cada país", apostilla Presunko.Una alegría que no está reñida con la nostalgia de Alexei Gomon, quien remata: "Quisiera saber si ahora, 20 años después, el espectáculo todavía le gusta a Esperanza. Quizá se entera por los carteles puestos en toda la ciudad de que estamos aquí. Y quizá incluso venga".

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