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Una tormenta en el Caribe

Cuba recibe a la campeona mundial de 800 metros, Ana Fidelia Quirot, como a una heroína de la revolución

La campeona del mundo de 800 metros lisos, Ana Fidelia Quirot, fue recibida como una heroína de la revolución por el Gobierno cubano y vitoreada por miles de personas a su llegada a La Habana. Ana Fidelia, de 32 años, llegó a la capital cubana el lunes por la tarde en un vuelo de Iberia procedente de Madrid. Ana Fidelia, llamada cariñosamente por sus seguidores "la tormenta del Caribe", fue recibida por el Vicepresidente del gobierno, José Ramón Fernández, el secretario del Partido Comunista en La Habana, Esteban Lazo, y otros altos funcionarios del Gobierno."Ella representa el honor y la vergüenza revolucionaria", afirmó José Ramón Fernández, tras abrazarla. Ana Fidelia, quien ganó la medalla de oro en los pasados Campeonates Mundiales de Gotemburgo, sólo 30 meses después de haber sufrido un grave accidente que le provocó fuertes quemaduras en todo el cuerpo, se encontró con su madre y sus amigos en el aeropuerto. Luego recorrió las calles de La Habana hasta su casa en un jeep descapotable del Ejército, conducido por un soldado con traje de gala, deteniéndose en vanos puntos de la ciudad.

Envuelta en flores y en ocasiones llorando, Quirot dedicó su triunfo a Fidel Castro y a los médicos que la habían salvado, y afirmó que en octubre empezaría a entrenar para estar en forma para los Juegos Olímpicos de Atlanta. La historia había empezado dos años y medio antes. Fue el 22 de enero de 1993, cuando sufrió un extraño accidente.

Los rumores en la calle decían que Ana Fidelia Quirot, que entonces estaba embarazada de siete meses, se roció con alcohol despechada por el desengaño amoroso sufrido con el plusmarquista mundial de salto de altura, Javier Sotomayor, el padre de su hija. La versión oficial hablaba de un accidente casero. Ana Fidelia perdió a la niña y sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en el 38% de su cuerpo.

Sin embargo, pese a su dedicación, parecía imposible que se recuperase. Entrenaba muy temprano por la mañana y luego al caer la noche para que el sol no le afectase las quemaduras. Se operó en más de 20 ocasiones. Finalmente, Gottemburgo premió su valentía.

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