_
_
_
_
OBJETIVO: LA CASA BLANCA

La mas dura batalla de Colín Powell.

El veterano militar deshoja la margarita de su candidatura a la presidencia de EE UU

Antonio Caño

La mediocridad de la actual clase política norteamericana obliga a los partidos a buscar reproducciones de viejos líderes o modelos que, en su tiempo, supieron cautivar. Así, los demócratas creyeron haber encontrado hace cuatro años en Bill Clinton a un nuevo John Kennedy; y los republicanos, desconfiados de las posibilidades de Bob Dole, perfilan todavía, con Newt Gingrich, al sucesor de Ronald Reagan. Esa misma mediocridad, que se manifiesta en este arranque de campaña electoral. en un generalizado desencanto puede abrir hueco al general Colin Poweli, quien a su vez no es más que la réplica de otro general, lke Eisenhower, que ganó la presidencia de Estados Unidos en 1952 aprovechando su brillante historial militar.Colin Powell no ha confesado todavía oficialmente su intención de competir por la Casa Blanca, pero sus ambiciones presidenciales quedan cJaramente reflejadas en el libro autobiográfico (Mi travesía americana) que aparece mañana y que Powell promocionará en una larga gira de formato y contenido claramente, electoralistas.

Más información
EE UU estudió usar armas atómícas en el Golfo
Codazos entre los republicanos para suceder a Clinton

La operación Powell es por el momento, y mientras no se demuestre lo contrario, puramente comercial. El general retirado que ganó fama mundial por su victoria en la guerra del Golfo ha cobrado ya seis millones de dólares (más de 750 millones de pesetas) por anticipado por la publicación del libro, cantidad a la que hay que añadir los 50.000 dólares (635.000 pesetas) que recibe por cada conferencia. Es obvio que si Powell hubiera confesado ya sus planes futuros, su cotización sería muy inferior y la expectación entorno a él, que actualmente supera a la de cualquier personaje público de Estados Unidos, no habría alcanzado tales cotas.

Por esa razón, y por el extremado sentido de la prudencia que ha caracterizado toda su carrera, Colin Powell extenderá todo lo posible -él ha dicho que hasta noviembre- el plazo para anunciar una decisión. Hasta entonces, Powell tiene garantizado el centro de la atención nacional. Esta misma semana, la revista Newsweek le ha dedicado su portada.. La próxima lo hará Time, que incluye un largo resumen del libro. Bárbara Walters sostendrá con él el vierries una entrevista de una hora en la televisión, y un día después el general iniciará en Washington un recorrido por 23 ciudades en las que, además de firmar ejemplares, intentará exponer su pensamiento y esbozar lo que sería su programa de gobierno,

Existe en Estados Unidos una convicción general de que Powell sólo se presentará para ganar. Ni parece probable que acepte un puesto de vicepresidente en algunas de las fórmulas electorales, ya en marcha ni se le ve como candidato si la acogida a su mensaje es sólo mediana. Pero si las encuestas y los comentaristas coincidiesen dentro de dos meses en que Powell es el hombre, la alternativa, este hijo de emigrantes jamaicanos que salió de los bajos fondos del Bronx para llegar a los mas importantes centros de decisión de Washington luchará por convertirse, a los 58 años, en el primer presidente negro de la historia de este país.

Las condiciones -¿qué partido?, ¿qué apoyos?- y los medios -¿qué propósitos?, ¿qué ideas?con las que Powell intentará alcanzar esa meta son todavía una incógnita. Muchas cosas en tomo a Colin Powell son, en realidad, todavía una incógnita.

En su último discurso, pronunciado el pasado 4 de agosto en San Diego, Powell defendió una filosofía tan vaga como ésta: "Tenemos que enseñar a nuestros jóvenes lo que representa una familia, lo que significa contribuir a nuestra sociedad, lo que significa criar buenos hijos. Tenemos que restaurar el sentido de la vergüenza en nuestra sociedad". Esa frase, como dice The New York Times, puede serlanto de Dan Quayle como de Mario Cuomo.

Detrás de toda esa vaguedad, Powell ha dejado vislumbrar algunas ideas que le sitúan, más o menos, en el centro del espectro político, como la mayoría de los norteamericanos, tan lejos de Clinton en temas de política exterior y política económica (sobre todo en lo que se, refiere a programas sociales y política fiscal) como de la derecha republicana en lo que se refiere a asuntos religiosos, morales y raciales.

Colin Powell ha dicho. en algunas ocasiones que, aunque formado en una institución tan conservadora como el Ejército, no puede olvidar su infancia entre las minorías marginadas de Nueva York ni puede borrar el recuerdo de que el retrato de Roosevelt estuviera siempre colgado en su hogar familiar.

¿Son suficientes unas cuantas ideas genéricas para ser presidente de Estados Unidos? Tal vez sí. El historiador Stephen Ambrose, un experto en el fenómeno Eisenhower, así lo cree. "La mayoría de la gente no elige a un presidente sobre la base de cuál es su posición sobre los límites de velocidad, ni siquiera sobre el aborto. Lo que buscan es alguien que les dé inspiración. Y cada día más Colin Powell es ese hombre", escribe en Newsweek.

La maquinaria de Powell for President se ha puesto ya, discretamente, en marcha. Un comite encabezado por el republicano Charles Kelly ha inscrito esta semana ante el Comité Electoral Federal un grupo para la recaudación de fondos para la campaña de Powell. En la otra esquina del abanico político, un demócrata de prestigio, el senador Bill Bradley, coquetea con Powell sobre la posibilidad de una candidatura conjunta e independiente para 1996.

No es lo mismo, sin embargo, ser candidato in pectore desde el limpio recuerdo de un uniforme sobre el que no hay mancha de refriega política que descender a la arena de una campaña,

que todo vale y nada se respeta. Lo primero que puede revelar una campaña es que Colm Powell no es tan héroe, ni tan antipolítico, ni siquiera tan militar como se piensa. Ganar una guerra a Irak con la colaboración de medio centenar de países tampoco es, le dirán muchos contrincantes, ganar la II Guerra Mundial. En cuanto a sus medallas, casi todas han sido obtenidas en los despachos de Washington. Exceptuando Vietnam, donde no participó en misiones de combate, Powell sólo estuvo en unidades de mando directo de tropas durante siete años de su carrera militar. El resto lo dedicó a labores de asesoramiento a diferentes estructuras políticas. Su más sonado ascenso fue al puesto de ayudante del secretario de Defensa Caspar Weinberger durante la Administración de Ronald Reagan. De allí fue escogido para el cargo de jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, al que renunció en 1993, después de algunas diferencias con Clinton.En esos años han surgido en el expediente de Powell algunas sospechas que, sin duda, aparecerían en una campaña: ¿tuvo alguna responsabilidad en el intento (le ocultar la matanza de My Lai durante la guerra de Vietnam? ¿cuál fue su papel en el escándalo Irán-Contra, en el que tan implicado estuvo su jefe, WeÍnberger?

La mayor aportación de Colin Powell como militar es su doctrina sobre la masiva utilización de fuerza. Esa visión, aplicada en la guerra del Golfo, consiste en una extrema prudencia en el uso del Ejército en un conflicto exterior, pero el empleo de una, fuerza desproporcionadamente superior cuando ésta sea inevitable. Bosnia fue uno de los puntos de discrepancia con Clinton, y es posible que si Powell estuviera todavía al frente de las Fuerzas Armadas, la campaña aérea contra los serbios jamás se hubiera producido.

No va ser fácil para un hombre acostumbrado a actuar desde atrás pasar a convertirse en el blanco de todos los ataques. Su esposa desde hace 35 años, Alma, teme, incluso, que eso no ocurra sólo en sentido metafórico. La mujer de Powell ha confesado que tiene miedo de que "un montón de locos que andan por ahí" traten de matar a su marido simplemente porque es un negro con posibilidades de ser presidente. Es, sin duda, la batalla más peligrosa que ha librado en su vida Colin Powell.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_