El aborto y la crítica al régimen chino amenazan con polarizar la cumbre de Pekín
China es desde hoy el polémico centro de debate sobre la discriminación femenina
Los 180 países reunidos desde hoy en Pekín, en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, parecen estar de acuerdo en un principio fundamental: la población femenina sufre todavía una seria e injusta discriminación que hay que seguir corrigiendo. A partir de ahí, el resto es un continuo disenso, por lo que la controversia parece garantizada. El tema del aborto y la crítica al régimen chino, que ha movido a amplios sectores a llamar al boicoteo de la reunión, son los dos aspectos fundamentales que amenazan con polarizar la más amplia conferencia organizada por Naciones Unidas.
La última Conferencia mundial sobre la mujer tuvo lugar en Nairobi hace ya 10 años. De ahí que algunas voces ya hablen de que el éxito está garantizado por el mero hecho de que la conferencia se realice. Los números, como suele ser habitual en estos grandes acontecimientos de la ONU, ya han empezado a bailar. Se trata de la reunión más importante, con 35.000 participantes, pero el foro alternativo de las ONG, que dio comienzo el pasado miércoles, ya cuenta, según las crónicas, con casi 30.000. Para la cumbre oficial, que hoy abre solemnemente el presidente chino, Jiang Zemin, se esperaban unos 10.000 delegados. Hay 3.000 periodistas acreditados y 6.200 policías chinos.La elección de la sede es la primera amenaza de la conferencia, como bien ha demostrado la actualidad de días pasados. Las llamadas al boicoteo, las llamativas actividades de Amnistía Internacional en denuncia de la infracción de derechos humanos en China y el arresto y posterior expulsión de uno de sus activistas lograron desviar la atención.
Los corchetes de la discordia
Pero si un tema tiene suficiente poder para polarizar y encrespar los ánimos, ése es el aborto. El documento que se va a debatir en Pekín, de 165 páginas -demasiadas y farragosas páginas, según la delegada vaticana, Mary Ann Glendon-, incorpora de nuevo la recomendación de que los países "revisen el contenido punitivo de sus leyes contra las mujeres que han sufrido un aborto ilegal". La propuesta es muy similar a la que se quiso aprobar en la Conferencia de Población y Desarrollo de El Cairo del año pasado y que tanto enfrentamiento suscitó. En las reuniones previas a esta conferencia, el debate ha estado también muy enconado. Casi una tercera parte del documento queda entre corchetes, lo que quiere decir que esas frases no han logrado el consenso.Juan Pablo II, que no se ha cansado de culpar a los hombres de la injusta situación que viven las mujeres -ayer mismo volvió a hacerlo-, ha hecho saber ya a través de sus portavoces que sobre el tema del aborto o la libertad sexual femenina no dará un paso atrás. En las reuniones previas, las fuertes reservas manifestadas por el Vaticano en todo lo concerniente a la llamada "salud reproductiva" han contado con el apoyo de países como Malta, Argentina, Guatemala, Honduras, Benin, Irán y Sudán.
La alianza católico-musulmana es ya un hecho tan consolidado que el pasado mes de junio la Santa Sede celebró una reunión en Roma con tres organizaciones islámicas internacionales para preparar la cumbre de Pekín. La, Liga Islámica Mundial, el Congreso del Mundo Islámico, el International Islamic Council for Daw's and Relief, delegados de Al-Zahar y representantes vaticanos coincidieron en señalar entonces que el documento hacía caso omiso "de la función positiva de la religión" en el proceso de reconocimiento de los derechos de las mujeres. Ven demasiada influencia del tipo de vida occidental capitalista.
Según los datos que maneja la ONU, las mujeres han conseguido grandes progresos, aunque su avance más espectacular se está produciendo ahora en los países en desarrollo. En los países industrializados, las mujeres están perdiendo terreno por vez primera en varias décadas. La secretaria general de la ONU para la conferencia, la tanzana Gertrude Mongella, dijo ayer: "El mundo no será el mismo después de la conferencia de Pekín. No es un trabajo fácil. Estamos hablando de una auténtica revolución".
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