Otro toro al corral
Rafael de Paula añadió otro negro bordón sobre su amplio y triste historial en la fiesta, en cuya hoja de servicios también aparecen breves mágicos momentos, y ayer obtuvo el desafuero de ver cómo sonaban los tres avisos en su segundo toro. Con la cara demudada, tembloroso y pleno de jinda el jerezano intentó mechar de cualquier forma a su enemigo sin conseguirlo. El torero, que todavía es capaz de concitar a gran número de compañeros de su línea artística en los tendidos (Curro Vázquez, Aparicio y Francuelo, entre otros contemplaban, con pena y cariacontecidos, el escándalo) ofreció una lastimosa imagen de impotencia. Y el caso es que parecía que quería hacer las paces con el público en este toro, después de no haber querido ni ver al también noblote inicial al que le quitó, despavorido, las moscas.
Pereda / Pauta; Barrera, Romero
Toros de José Luis Pereda, bien presentados, nobles y mansos, excepto 6% bravo; flojos.Rafael de Paula: dos pinchazos, estocada corta -aviso- y dos descabellos (pitos); pinchazo -aviso-, varios intentos de pinchazo -segundo aviso-, dos pinchazos sin soltar y varios intentos de pinchazos -tercer aviso- (gran bronca). Vicente Barrera: estocada atravesada y descabello, estocada trasera -aviso- y descabello (ovación); pinchazo y media (oreja). Jesús Romero pinchazo sin soltar y estocada desprendida (oreja); estocada (dos orejas y rabo); salió a hombros. Plaza de Alcalá de Henares, 3 de septiembre. Sexta de feria. Dos tercios de entrada.
Sin embargo, con el de marras, Paula salió decidido. La gente chistó, se hizo un silencio abacial, el torero ofreció el medio pecho, citó... fuese y no hubo nada. Aun así, dejó en los paladares la dormición de tres atisbos de cante jondo. Tras bregar magníficamente Curro Ávarez, Paula iba por similar camino con la flámula, pero de súbito le llegó un hachazo de canguelo. Y llegaron los momentos bufos, grotescos, de pavor y terror atroz. Llegó otro borrón sobre su currículum que otrora fuera religión olorosa. Si Paula tristemente fue fiel a sí mismo, Barrera, felizmente, también se comportó como corresponde: máxima quietud y valor estoico, siempre con su estilo amanoletado, con pases de corto recorrido y mucho mando.
También el local Jesús Romero, que extrajo lo poco que tenía su primer enemigo y que tan maltratado está en los despachos, brilló con su habitual toreo de empaque, arte y pureza. Con el capote dio un recital de ortodoxia y calidad, además con el sortilegio de la variedad. Y así hizo también con la muleta, donde se rompió a torear con máxima pureza y sentimiento.
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