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La bancarrota de la mayor cooperativa de crédito de Japón provoca una crisis financiera

Mientras las autoridades financieras discutían un plan de saneamiento de la cooperativa de crédito Cosmo, la quinta más grande del país, estalló el detonante de que la Unión Crediticia Kizu, de Osaka, la mayor del archipiélago, suspendía sus actividades por orden gubernamental, al ser incapaz de hacer frente a los 600.000 millones de yenes (6.250 millones de dólares, casi 800.000 millones de pesetas) en impagados. El anuncio ha caído como una bomba en medios financieros, que temen una reacción en cadena de decenas de entidades similares, cuyos aprietos económicos son similares a los de Cosmo y Kizu.

Después de conocerse la decisión de las autoridades, cientos de depositantes alarmados se agolparon en la sede central de Kizu, en Osaka, para retirar su dinero. La situación fue descrita por alguno de los presentes como "muy próxima al pánico". Algunos recibieron dinero en efectivo y se alejaron con gruesos fajos de billetes; a otros se les aseguró que recibirían su dinero hoy jueves. La amplitud de los depósitos de Kizu Shinyo Kurniai, cifrados en 1,19 billones de yenes (unos 12.400 millones de dólares), provocó la inquietud en los mercados. La Bolsa de Tokio acusó durante la jornada los rumores de la intervención gubernamental en la cooperativa de Osaka y perdió 151,30 puntos, para situarse por debajo de la barrera psicológica de los 18.000 yenes. Un frenazo en seco a la tendencia alcista de los últimos días. El dólar se disparó en el mercado de divisas hasta los 100 yenes, que superó en Londres.El ministro de Finanzas, Masayoshi Takemura, reconoció la grave crisis que abarca a todo el espectro del sistema financiero nipón sumergido en impagados que alcanzan límites asfixiantes. En rueda de prensa dijo que el caso de Kizu demuestra "que los créditos impagados han llegado a un punto donde deben ser anulados".

Según algunos expertos, las dificultades son tan enormes, por las dimensiones espectaculares de las deudas irrecobrables, que el Ministerio de Finanzas deberá cerrar los ojos y dar carpetazo a situaciones similares a la de Kizu para evitar una reacción en cadena.

Kizu, como Cosmo y el Banco Hyogo, el mayor banco regional de Japón, sufren las consecuencias de una especulación desmesurada durante la llamada "burbuja económica", a finales de la década de los ochenta, donde los créditos para operaciones inmobiliarias y bursátiles se concedían a manos llenas y avalados por operaciones financiadas con créditos previos. El efecto dominó podría ser imparable si cuando Kizu abra hoy la ventanilla a sus clientes, éstos, como pasó con Cosmo, se abalanzan a retirar sus depósitos.

Protección de depósitos

El gobernador de Osaka, lsamu Yokoyama, cuya administración es el supervisor de Kizu, quiso tranquilizar a los ahorradores y afirmó que la institución crediticia protegerá los depósitos, excepto aquellos que superen, los 100 millones de yenes y los que no hayan alcanzado su vencimiento. El primer ministro Tomiichi Mutayama, también se ha dirigido al país. "Lo que importa es proteger los depósitos y que se conserve el orden crediticio intacto", aseguró.El alcalde de Tokio, Yukio Aoshima, se entrevistó el miércoles con los representantes de los partidos para pactar que las arcas municipales sufraguen con 20.000 millones de yenes (208 millones de dólares) las deudas de Cosmo. Fuentes del Ministerio de Finanzas aseguraron que si el plan de la municipalidad no se prueba, todo el sistema financiero se vendrá abajo. Los partidos han rechazado el plan de auxilio. El agujero de Kizu acelera la apertura de una brecha cada vez más difícil de taponar.

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