El Caribe de Alvarado
El barrio del conquistador se convierte en el nuevo punto de reunión de los dominicanos
Pedro de Alvarado invadió América y aprisionó a Moctezuma. Eso fue hace cinco siglos. Quinientos años después son decenas de latinoamericanos los que, con un ánimo nada belicoso, han tomado este barrio de Tetuán dedicado al conquistador.Una decena de tabernas, peluquerías y establecimientos de envío de remesas sirven de punto de reunión desde hace un año a numerosos inmigrantes dominicanos.
El ambiente de las calles de Almansa, Topete, Juan Pantoja y Alvarado recuerda ahora por las tardes a las calles de Santo Domingo la capital de la República Dominicana.
La afición caribeña a estar a la fresca, escuchar música y hablar alto ha levantado algunos ronchones entre los vecinos de la zona, donde viven bastantes ancianos a los que molesta la bulla.
Los dominicanos que se reúnen en esta zona vienen a menudo de barrios distantes. "Aquí está nuestro ambiente y por eso nos gusta", explica óscar Antonio Pérez, de 25 años, empleado en la construcción y residente en Madrid desde hace tres años. "Yo voy también a bares españoles, y lo paso bien, pero me harta que estén todo el día retransmitiendo partidos de fútbol', explica.
Claribel dice que conoció estos establecimientos de Alvarado hace tres meses. "Trabajo de empleada de hogar en La Moraleja; antes nos reuníamos en un parque de allí con nuestros casetes de música y la merienda, pero los vecinos se quejaron y nos fuirnos", asegura esta mujer, que tiene a su marido y a sus tres hijos en la República Dominicana.
"Vengo aquí, charlo con los compatriotas y escucho la música que me gusta: salsa, bachata. Después, me voy a bailar a las salas de música dominicana de la calle de Orense, que están cerca", añade.
El primer establecimiento del barrio frecuentado por dominicanos se abrió en 1993 en la calle de Almansa. A escasos metros se inauguró una peluquería especializada en los rizados cabellos caribeños. Poco a poco, a los pisos de alquiler de esta zona, algo más barata que otras, por la vejez de las viviendas, fueron llegando grupos de inmigrantes.
En octubre de 1994, en la calle de Topete se estableció un negocio de venta de frutas, dulces, rones y otros productos dominicanos. El local comenzó a abarrotarse. Muchos clientes lo utilizaban como taberna, y sus dueños decidieron abrir un bar a pocos metros, que es el que ahora está siempre de bote en bote. El ambiente ya creado abrió el camino a la apertura de nuevos negocios centrados en el mismo público: otras dos peluquerias afrocaribeñas, tres nuevos bares y una oficina dedicada a enviar los ahorros de los inmigrantes a sus familias en el país de origen.
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