Bochorno

Ausente durante algunos años de Madrid, quise disfrutar de las tradicionales fiestas de San Cavetano, San Lorenzo y La Paloma, aprovechando unas invitaciones que casualmente llegaron a mis manos para acudir a la cena que en homenaje a la tercera edad ofrece la Junta de Centro desde los buenos tiempos de Tierno Galván. ¡Nunca lo hiciera! ¡Qué bochorno!Lo que fue concebido como un homenaje, como una ocasión para compartir mesa y conversación, como un acto de confraternidad entre los miembros de la junta municipal y aquellos ciudadanos que, habiendo aportado ya nuestro esfuerzo a la consecución del bienestar colectivo, gozamos hoy de un merecido descanso, se ha convertido actualmente en una especie de gachupinada caritativa al rancio estilo de las damas desocupadas de San Cucufato, convenientemente agiornatta con un ligero barniz de laicidad. ¡De confraternizar, nada! ¡De compartir mesa y conversación, menos aún! ¿Para qué, si a los ancianitos les basta con un menú gratis y con las cuatro jerigonzas de un vetusto sainete?

Para tranquilizar las conciencias con la buena obra del año es suficiente. Si, además, se les alecciona desde la lejanía de un escenario con las palabras de una elegante señora, reclamando para sí (y para su popular partido, se sobreentiende) la autoría del fastuoso obsequio, el negocio será redondo, políticamente hablando. Sobre todo porque los gastos corren por cuenta del presupuesto municipal, pagado por todos los madrileños, de izquierda, centro o derecha, incluidos los jubilados.-