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Nuevo atentado terrorista en el centro de París

Una bomba instalada en una papelera en el centro de París, cerca del Arco de Triunfo, causó ayer 17 heridos, 11 de ellos extranjeros. El atentado, que recuerda al ocurrido el 25 de julio en la estación de Saint Michel, que causó siete muertos y 80 heridos, se produjo a las cinco de la tarde en la plaza de L'Étoile, punto de encuentro de miles de turistas. El artefacto, de fabricación casera, fue construido con una bombona de cámping gas.

Idénticos método y recipiente fueron empleados en el atentado contra el metro de Saint Michel, con la diferencia de que ahora la bombona contenía un gran número de clavos, destinados a convertirse en metralla. El atentado ha sido posible a pesar del gran número de papeleras que el Ayuntamiento ya había clausurado provisionalmente, debido al temor a que sirviesen para ocultar artefactos explosivos.Los extranjeros heridos fueron cuatro italianos, cuatro húngaros, un portugués, británico y un alemán resultaron heridos. Sólo tres -italianos todos- revisten gravedad aunque sus vidas, según un portavoz hospitalario, no corren peligro. Anoche cinco de los 17 heridos fueron dados de alta en los centros donde los atendían.

El ministro de Exteriores francés, Hervé de Charette, se puso de inmediato en contacto con sus homólogos de los cinco cuyos ciudadanos habían resultados afectados por la bomba para ofrecer toda la ayuda necesaria a las víctimas y a sus familias.

Después de la explosión se pudo ver una gran humareda en el ángulo formado por las avenidas Hoche y Friedland. La policía dice disponer de la descripción de dos sospechosos, dos hombres que minutos antes del atentado fueron vistos junto a la papelera. Y se habla también de un coche con matrícula diplomática iraní cuyo conductor habría sido detenido, aunque este extremo no pudo ser confirmado y ha sido desmentido "de modo categórico" desde la Embajada de Teherán en la capital francesa.

El clima vivido ayer en París era de auténtico nerviosismo. La gente se preguntaba si asistía al principio de otra serie de atentados como la que sacudió a la capital francesa en 1986. Aunque este artefacto era de menor potencia y con una capacidad mortífera mucho más reducida que el de Saint Michel -también se dice que su colocación hizo que la onda expansiva se perdiera en gran parte hacia el cielo-, la ciudad se vio forzada a enfrentarse a una voluntad de crimen indiscriminada, sólo orientada por el deseo de actuar en un lugar con una cierta dimensión simbólica. Entonces los asesinos eligieron una estación vecina al Palacio de Justicia y Notre Dame; ahora, la plaza más conocida París, visitada diariamente por miles de turistas.

Como en 1986, la llegada al poder de Jacques Chirac -entonces primer ministro de la primera cohabitación, ahora presidente de la República está siendo saludada por una ola de atentados. La coincidencia es inquietante. Entonces varios explosivos colocados por terroristas, a los que se relacionó con Irán y con el islamismo más radical, sembraron el caos y la muerte en tiendas y grandes almacenes. Ahora, en plena temporada turística, el corazón de la ciudad es atacado por bombonas de butano transformadas en bombas por, según los indicios, simpatizantes del argelino Grupo Islámico Armado (GIA).

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