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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Autonomía y paz

SI TUVIÉRAMOS que juzgar por la agitada reacción de los últimos tiempos de, los enemigos del proceso de paz israelo-palestino, diríamos que las cosas. deberían" estar moviéndose en un sentido positivo. El nerviosismo de los ultras judíos, contrarios a cualquier retirada israelí de los territorios ocupados, es patente; las acciones de desobediencia, civil se multiplican, los colonos de Cisjordanía se manifiestan constantemente, obligando al Ejército a desalojarlos simbólicamente de una tierra en la que, al menos la mayoría de ellos, no podrán permanecer si ha de haber algún, día paz entre los eternos enemigos de Oriente Próximo.¿Hay motivo para tanta inquietud de los enemigos de la paz? De un lado, las conversaciones entre el ministro de Asuntos Exteriores israelí,. Simón Peres, y el líder de, la OLP, Yasir Arafat, para la extensión de la autonomía a toda o casi toda Cisjordania han desbordado los plazos previstos. Las elecciones para formar un primer legislativo palestino plenamente democrático, que debían haberse celebrado ya, habrán de esperar pomo poco al año que viene. Y únicamente entonces cuando se hallé instalada con todas las de la ley la Autoridad Palestina, entraremos en la fase sustantiva de las conversaciones. ¿Qué forma adoptará una futura entidad política palestina autónoma? ¿Hay alguna posibilidad de negociar un estatuto satisfactorio para las partes sobre la capitalidad de Jerugalén?

Es cierto que se ha recorrido ya un largo camino, pero lo que falta por andar es aún, tormentosamente largo. Y, a mayor abundamiento, se ha dejado deliberadamente en la oscuridad la naturaleza de los compromisos a la que puede llegar cada parte en esa fase sustantiva de las negociaciones, precisamente para no destruir el proceso de paz prejuzgando su resulta do. En el momento presente hay un acuerdo intermedio sobre lo esencial, lo que debería permitir una pronta retirada militar israelí de los núcleos urbanos dé Cisjordania. Pero faltan otros muchos puntos por resolver. Los palestinos pedían que el Ejército evacuara las seis principales ciudades del territorio, mientras que Israel concedía inicialmente sólo cuatro, pero todo parece indicar que ese problema ya ha sido superado.

Aunque se retire de las ciudades, la fuerza israelí quiere asegurarse el control de las comunicaciones en Cisjordania y la protección de los núcleos de colonos en la zona; sobre lo segundo, los palestinos no tienen objeción alguna, puesto que aun se halla muy lejos el momento de hablar de la retirada de todos o parte de los cólonos; pero, sobre lo primero sí pretenden reducir al mínimo la presencia de los soldados israelíes, puesto que una autoridad palestina rodeada de uniformes del ejército de ocupación sería escasamente verosimil para la propia opinion, palestina y sería una coartada para la violencia de los extremistas de Hamás.

Finalmente, cuestiones tan prosaicas pero vitales como el reparto del agua y de los recursos naturales, en general, constituyen el nudo central de lo que ahora se discute. Como ha dicho muy gráficamente una autoridad palestina: de nada sirve obtener un cierto poder autonómico si se carece de los medios materiales para el día a día.

Con todo, y a pesar de las obvias dificultades, que aún encontrarán los negociadores de la paz, lo alentador es que esa botella Medio llena preocupa suficientemente a los extremistas de todo signo, para que los radicales de Hamás atenten sangrientamente contra el proceso cuando surge la oportunidad y para que los ultras, sobre todo del militantismo religioso judío, sé tiren al suelo, literalmente, al paso de los soldados para que la concordia en Oriente Próximo no pueda abrirse camino.

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