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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

A un 'skinneto'

El otro día te vi, estabas ahí, escondiéndote tras el anonimato de tu grupo. Te sentías poderoso tras tu barra dé acero apaleando a aquel chaval que rozó la moto al pasar; poderoso, pero no tu razonamiento, que es en lo que te diferencias de las víboras; poderoso, pero no por tu cultura, ya que si la tuvieras te serviría para analizar la historia y así aprender de ella y no repetir sus errores (Europa, 1939); poderoso, pero no por tu identidad singular, uno entre unos cuantos, todos igualmente uniformados, pelados, rapados. No os unía ningún pensamiento compartido, ninguna ideología común, no había nada sensitivo ni espiritual, nada intelectual entre vosotros: sólo erais un músculo ejercitando movimientos y golpeando a un chavalín que te pedía que pararas ya, sólo había fuerza bruta alcoholizada.Cómo decirte que:

Marx dijo que nuestra meta debería ser "ser mucho, no tener mucho".

Dios dijo: "Aprovecha al hombre si se granjeare todo el mundo y se pierda él a sí mismo o corra peligro de sí".

Nizar Kabbani, árabe, musulmán, veía a las mujeres como seres pensantes y a esto hizo unas hermosísimas poesías.

Pablo Neruda era sudaca. A ver si eres capaz de escribir como él.

Camarón era toxicómano. A ver si eres capaz de cantar como él.

Mozart era un putero. A ver si eres capaz de componer como él.

Cristo era judío. A ver si eres capaz de predicar amor como él.

Marx era comunista. A ver si eres capaz de explicar economía como él.

Virginia Wolf llevaría minifalda. A ver si eres capaz de sentir como ella.

El Quijote era indigente. A ver si eres capaz de luchar con gigantes como él.

Dónde está tu identidad. No la plastificada que nos dan a todos con un número y una letra, ésa que se va descubriendo poco a poco tras el acercamiento mutuo con otro ser humano. No la tienes, no hay nada en el espejo cuando te afeitas, sólo eres un músculo moviéndose convulsivamente, y como todo lo convulsivo, sin un porqué ni un para qué mínimamente razonable.-

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