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El premio de piano de Santander queda desierto

Decepción entre algunos finalistas por la decisión del jurado

Es la tercera vez desde su creación, en 1972, por Paloma O'Shea, que el Concurso Internacional de Piano que lleva su nombre y el de Santander ve declarado desierto el primer premio. Otro tanto ocurrió en 1980 y 1990. De los seis jóvenes aspirantes que habían llegado a la final, sólo el italiano Enrico Pompili, de 27 años, puede presumir legítimamente desde la madrugada de ayer de haber estado más cerca que los otros del máximo galardón (dotado con 2,5 millones de pesetas y multitud de contratos para tocar en todo el mundo). El jurado le distinguió con el premio de honor, esto es, 1,8 millones de pesetas, una gira de conciertos por España y, posiblemente, algunas actuaciones en el extranjero.

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El italiano Pompili, el más aventajado

Paloma O'Shea, cuando la desilusión embarga, todavía, se: creta o abiertamente, a, los otros- cinco finalistas, entre ellos el español Manuel Ituarte, aludió ayer a la "gran solidez" que habían demostrado, por lo que "a todos considero ganadores". O'Shea lamenta no haber podido hasta ahora erradicar del desarrollo de la competición "esos elementos amargos, el sentimiento de derrota" que alguno s finalistas pueden sentir y que "están muy introducidos siempre en todo concurso".Para la creadora de esta competición musical de prestigio internacional, y, presidenta de la Fundación Isaac Albéniz, el hecho de que el primer premio quedara desierto otra vez "significa que el nivel de los candidatos es muy alto, lo que obliga a trabajar más y mejor y no a una devaluación artís tica".

Soportar la presión

Por su parte, el vicepresidente del jurado, el norteamericano Harold Schoriberg, opina que haría falta el dictamen de un psicólogo para responder sobre las cualidades que es preciso reunir para triunfar ' en Santander. Y añade: "Personalmente creo que la presión que sufren los finalistas cuando se está cerca del desenlace es cada vez mayor y menos superable. Algunos de ellos son incapaces de soportarla y un artista de 21 años ha de corregir ese defecto si de verdad pretende triunfar"La votación del jurado, que preside Alicia de Larrocha, se dió a conocer a las dos de la madrugada de ayer, después de una última reflexión, iniciada: antes de la medianoche, en el hotel Real. "Nadie sabe cuán lejos o cerca estuvimos de la unanimidad", advierte Schoriberg, al tener en cuenta que cada uno de sus miembros expreso secretamente su voluntad.

Mientras Enrico Pompili, el joven intérprete italiano compensado con el premio de honor, estima, como no podía ser menos, muy justo el veredicto, "precedido de una cuidadosa selección, porque el fallo podía hacer cambiar el curso de la vida de una persona" la desilusión era ayer-un sentimiento compartido por los otros cinco finalistas'.

De ellos, el más resuelto a confesarlo parecía el letón Armands Abols, de 21 años. "Me parece doloroso -el fallo del, jurado. El concurso tenía un alto nivel, las críticas de los conciertos así lo habían proclamado. Quien más quien menos seis finalistas confiábamos en alcanzar el gran premio. La organización ha sido buena, el piano, un Steinway, lo encontré muy cuidado y el nivel de los concursantes me pareció muy alto y muy lineal. Nada que objetar. Pero por qué declarar desierto el primer premió. Requerí su opinión a Ituarte y no me respondió, pero su rostro revelaba bien lo que todos interiormente sentimos, el desengaño. Me propongo no volver al certamen de Santander porque me llevo la impresión de que el jurado cometió una injusticia de la, que fuimos víctima los seis".

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