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Los bosnios utilizarán como escudos humanos a los 'cascos azules' de Zepa si la OTAN no ataca

La suerte de Zepa, el enclave musulmán atacado por los serbios de Bosnia, está echada. O por la vía del asalto armado, como parecía ayer inminente, o por la de la rendición. Sus 20.000 habitantes, ésta es la última cifra, correrán la misma suerte que los más de 40.000 que fueron echados de otro enclave, Srebrenica, hace una semana. Las tropas serbias iniciaron con el amanecer y por tercer día consecutivo un incesante machaqueo, con tanques y artillería. A la caída de la tarde, su infantería se concentraba a menos de un kilómetro del centro de la localidad bajo un masivo fuego de barrera que no respetaba el acuartelamiento de los cascos azules ucranios, rehenes en las últimas horas por partida doble. A las amenazas serbias del lunes se unieron ayer las de los sitiados bosnios de usar a los soldados como escudos humanos si la OTAN no interviene.

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Los soldados bosnios que defienden el enclave con algunos morteros y armas ligeras y rodean las posiciones de la ONU advertieron que usarán a los 79 cascos azules como escudos humanos si la aviación de la OTAN no acude a detener el imparable avance serbio. Las tropas de Pale, cuyos cañones apuntan a los acuartelamientos de los ucranios, ya anunciaron el lunes que abrirán fuego contra ellos si aparecen sobre Zepa los cazabombarderos de la Alianza Atlántica.Zepa, de hecho, ya se ha rendido tras proponer el presidente de Bosnia, Alia Izetbegovic, conversaciones con los ultranacionalistas serbios para intentar acordar la evacuación de los enfermos, ancianos y heridos. La inmensa mayoría de los demás refugiados del enclave están desperdigados por las colinas y bosques próximos. Naciones Unidas se ha ofrecido como mediadora en estas eventuales negociaciones pero las tropas del general Ratko MIadic han respondido sobre el terreno multiplicando el fuego de sus cañones. Moincilo Krajsnik, un ultra que preside el autoproclamado parlamento de los serbios de Bosnia, dijo ayer que "la petición musulmana de negociaciones debería haberse producido mucho antes". El plenipotenciario de la ONU, Yasushi Akashi, se ha limitado a anunciar que la organización a la que representa ayudará en la evacuación si así lo quieren ambos bandos.

El máximo portavoz de Akashi, Cristopher Gunness, declaraba desde el cuartel general de Zagreb que "las fuerzas de la ONU [79 soldados ucranios virtualmente desarmados] nada pueden hacer en Zepa para detener a una columna de blindados y a la artillería de los serbios". Para Gunness, que expresaba crudamente la convicción de la abdicada ONU de que va a producirse un nuevo episodio de "depuración étnica" en Zepa -zona protegida por el Consejo de Seguridad, al igual que Srebrenica-, es improbable que los radicales serbios acepten ahora negociar nada con Izetbegovic, "porque pretenden capturar a cuantos más soldados gubernamentales bosnios mejor".

Todavía las tropas serbias mantienen en Srebrenica y Bratunac a miles de adolescentes y hombres musulmanes a los que separaron de sus familias tras su entrada la semana pasada en Srebrenica y que no han podido ser visitados por la Cruz Roja. La máxima representante de la ONU para los derechos humanos, Sadako Ogata, pidió ayer desde Tuzla explicaciones a los dirigentes de Pale sobre la suerte de "al menos 12.000 desaparecidos" de los más de 40.000 que fueron expulsados de sus casas por los asaltantes serbios.

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