Cuando ruge el león

Rugió el león. Y se lanzó a la yugular. El pequeño príncipe de Dakar se ha convertido con los años en el más poderoso de los felinos de África. Y continúa abriendo una puerta por la que ya asoman músicos del talento de Baaba Maal e Ismael Lô. Tiene la clarividencia necesaria en un negocio tan complejo y retorcido como el de la música.Youssou N'Dour arrancó con un Shakin' the tree que hubiera hecho palidecer aún más a Peter Gabriel y un Undecided que ha ganado muchos enteros tras el reciclaje al que le sometió Deep Forest. Música directa, compacta, resueltamente moderna y urbana, con esa voz suya cortante como un machete.

"More than seven seconds", anunciaban los carteles. Quizá de haber destacado lo de 7 seconds la respuesta hubiera sido mayor. ¿Dónde estaban quienes la eligieron como la mejor canción del pasado año? Se quedaron con el nombre de Neneh Cherry y no con el del senegalés, que todavía parece causar problemas de pronunciación, porque la entrada fue una de las más flojas del Johnnie Music. Alguien aventuró la teoría de que el público interesado por lo africano considera que ha blanqueado en exceso su música; los aficionados al pop, que le acaban de descubrir, debieron reservarse para las citas musicales anglosajonas.

Sobre una base sostenida por el bajo de Habib Faye, una dinámica rítmica que no se pierde ni por un segundo, los tamborileros de la Super Etoile -Assane Thiam, que lleva con Youssou más de 15 años, y Babacar Faye- juguetearon con las complejas variaciones del mbalax (pronúnciese mbalaj) en un diálogo apasionante. Con un sonido estupendo donde otros habían patinado. Y el organizador se veía obligado a jurar una y otra vez que era el mismo equipo.

Regresaron para cantar 7 Seconds y Chimes of Freedom, que a lo mejor Dylan interpreta esta noche en el mismo lugar. Decir que Youssou N'Dour es un fantástico músico africano sería injusto: es un músico fantástico.