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Rezar o no rezar, esa es la cuestión

La oración en las escuelas, en el centro de la polémica en Estados Unidos

Antonio Caño

Encomendarse a Dios antes de un examen de matemáticas es algo que todo estudiante ha intentado en alguna ocasión. Pero hacerlo en público, en grupo y en una escuela estadounidense puede ser, y de hecho es, un motivo de seria polémica. La oración en los colegios, cómo practicarla y cómo regularla es en estos momentos uno le los principales debates en Estados Unidos, y su intensidad promete crecer convistas a la próxima campaña electoral. Esta semana, el presidente Bill Clinton entró de lleno en ese debate al advertir que prohibir el rezo escolar es tan anticonstitucional como imponer lo por ley, que es lo que propone la oposición conservadora.La práctica de la oración en las escuelas es popular entre los estadounidenses. Mucho más en las áreas más deprimidas de las grandes ciudades, donde los jóvenes buscan alguna forma de inspiración espiritual que les ayude a sobrellevar los diarios problemas de violencia y marginación. "Nunca he escuchado que una buena oración mate a nadie", comenta una muchacha negra de una de las escuelas públicas de Washington. Un 77% de los estadounidenses, según una reciente encuesta de la cadena CNN, están a favor de introducir el rezo en las aulas.

Otra cosa diferente es redactar, como proponen los republicanos en el Congreso, una enmienda constitucional que obligue a dedicar cada día unos minutos a rezar en las escuelas. El Tribunal Supremo siempre se ha pronunciado en contra de una legislación de. ese tipo. Y la Unión Americana contra las Libertades Civiles ha amenazado ahora con acciones iudiciales contra esa iniciativa, que defiende, entre otros, el presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich.

El problema radica en que, como otras medidas heredadas del liberalismo de los años sesenta, la limitación del rezo se ha aplicado tan estrictamente que, en la mayoría de las escuelas públicas, su práctica se ha hecho imposible, excepto de forma personal y reservada. Eso ha despertado una fuerte reacción contraria, no sólo de parte de los grupos conservadores, sino de estudiantes y padres que se sienten más perseguidos por rezar que otros por vender drogas. Es paradójico, que mientras se prohíbe la exhibición de una Biblia, se permita, por ejemplo, portar armas dentro del perímetro de un centro de enseñanza.

El, presidente Cliriton trata ahora de buscar un camino intermedio entre obligar a rezar a los que no quieren e impedírselo hacer a los que lo desean. "El Gobierno", dijo en un discursopDronunciado el miércoles, "no puede usar las, escuelas para coaccionar las conciencias de nuestros estudiantes, pero tampoco las escuelas públicas pueden discriminar contra expresiones religiosas durante las horas de clase". "Es preocupante", añadió Clinton, "que tantos norteamericanos sientan que su fe es amenazada por mecanismos que están diseñados precisamente para protegerla. La religión tiene un espacio en el campo privado y también en el público, por que las áreas públicas pertenecen a todos".

Clinton ha anunciado que el Departamento de Educación enviará en los próximos días a las escuelas públicas una normativa sobre cómo conciliar los intereses religiosos de todos los alumnos. Se estudian ideas como la de habilitar espacios para los estudiantes que quieran orar colectivamente en horario escolar.

Esto tranquiliza un poco a los sectores progresistas que veían al presidente, un hombre de profundas convicciones religiosas, inclinado a aceptar la propuesta republicana de la oración obligatoria. Pero no es suficiente para colmar las aspiraciones de los grupos conservadores, que siguen presionando en favor de la enmienda constitucional.

Todo este debate tiene, desde luego, un fuerte tufo electoral. Al reconocer los derechos de los que quieren rezar, Clinton intenta robarle espacio a los conservadores, al mismo tiempo que presenta ante el conjunto de la opinión pública una imagen moderada y conciliadora.

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