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Pasión y estrategia

Ninguna carrera es como el Tour. Cada mes de julio recuperamos el sentido de las grandes gestas que, con tanta intensidad, disfrutamos año tras año. Hay nombres en las carreteras francesas -Tourmalet, Aubisque, Puy de Dome, L'Alpe d'Huez- que para nuestra geografía tienen identidad ciclista. Cada edición, el sabor épico de las retransmisiones regresa intacto.Como cualquier deporte, el ciclismo es, sobre todo, pasión. Si no se vive con intensidad, con una dosis de parcialidad, no llegará a emocionamos. Desde Bobet y Coppi, hasta Induráin, una larga sucesión de campeones se agolpa en el recuerdo de los aficionados y su sola mención provoca una catarata de recuerdos y de comparaciones polémicas: Anquetil, Gaul, Bahamontes, Gimondi, Merckx, Ocaña, Hinault, Delgado, Lemond...

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También en el ciclismo, el liderazgo es un fenómeno tan imprescindible como injusto pues, tras la imagen de los ganadores, se diluye el reconocimiento al trabajo de equipo que hace posible la victoria. No hay sitio en el podio de la etapa para el sufrido gregario que, tras haber llevado materialmente a su jefe de filas a la cima de la montaña más elevada, exhausto por el esfuerzo, le ve alejarse, para llegar 20 minutos más tarde que el ganador a la meta. Líderes, al igual que en otros ámbitos, los ha habido para todos los gustos, aunque la voracidad se advierte como un rasgo que imprime carácter. La mejor estampa es la de Eddy Merckx, apodado El caníbal porque lo quería ganar todo. Y en el otro extremo, Induráin se revela como un líder con rostro humano; un gran campeón al que su incontestable superioridad no le impide dejar espacio para la generosidad con los demás, si ésta no amenaza su hegemonía.

La cara más amarga del ciclismo tiene, por lo general, nombre de gregario, de hombre común. Gestas inacabadas, largas escapadas en solitario (recuerdo en especial las de aquel español Martín Piñera) y, cuando el triunfo ya está al alcance, apenas a unos kilómetros de la meta, se le hurta por la caprichosa reacción de los poderosos, devolviéndoles al anonimato.

Pero el ciclismo es también, como la vida misma, inteligencia en el uso del tiempo, dosificación en el esfuerzo y en los ritmos y, sobre todo, estrategia en la competición. Si la enorme calidad de Bahamontes perdió algunas oportunidades, en gran medida fue debido a que a su espalda, siempre al acecho, había un calculador, Anquetil, que planificaba el instante preciso para desatar sus ataques. Induráin se me antoja como la mejor expresión de líder inteligente, que construye las carreras partiendo de su fortaleza, pero que garantiza sus éxitos con estrategia e inteligencia. Quizás en su explosión, un tanto tardía, como campeón, haya encontrado la madurez que lo convierte en uno de los más grandes ciclistas de todos los tiempos.

Los esforzados de la ruta pedalean hacia París. Nunca deberíamos olvidar que, sobre todo, se trata de hombres que sufren sobre bicicletas. Están en juego, como en cualquier ámbito de la existencia humana, éxitos y fracasos; alegrías y tristezas.

es secretario de relaciones políticas e institucionales del PSOE.

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