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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Accidentes evitables

El pasado día 15 de abril tuve un accidente en la M-40 que pudo habernos costado la vida a mi hijo y a mí.Veníamos de Soto del Real por la autovía de Colmenar Viejo y nos incorporamos a la M-40. Vi al coche de delante hacer un movimiento extraño, pero a mí no me dio tiempo a reaccionar. En el carril central. había un mochete de hormigón de los que fijan las señales de tráfico. Choqué con él, arrastrándolo unos metros. Por fortuna, pude hacerme con el coche y frenar en el arcén. Por suerte, no venía ningún otro coche, porque me hubiera arrollado. Por fortuna, no volqué.

Cuando el coche paró, olía mucho a quemado. Le grité a mi hijo (viajaba en el asiento del copiloto: tiene 14 años) que saliera del coche, pero la puerta estaba atascada porque el techo se había hundido debido al impacto liando una patada logramos salir los dos sin un rasguño, aunque muy asustados.

El lugar del copiloto era un amasijo de plástico, hierro, fusibles y cables. La puerta no encajaba, la llanta y la cubierta delantera derecha estaban destrozadas, el techo hundido, el capó descuadrado. Cuando se nos pasó un poco el susto observamos que, desde una valla (que ocultaba un campamento de gitanos), nos comtemplaban varios chicos que no se bajaron a ayudar: disfrutaban del espectáculo.

Otros tres o cuatro coches estuvieron a punto de chocar con el trozo de hormigón, pero tuvieron más suerte porque yo movía los brazos para avisarles del peligro. Dos coches se pararon y los conductores retiraron el tocho (rodando) mientras mi hijo y yo desviábamos el tráfico.

Se avisó a la Guardia Civil y se presentaron al cabo de 10 minutos.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando los gitanos comenzaron a gritar y a tiramos piedras. Los guardias me dijeron que hacía unos días habían tirado allí mismo ruedas de camión. No salía de mi asombro. Nunca se me hubiera podido ocurrir que aquello había sido deliberado. ¿Cómo es posible que alguien disfrute con el mal ajeno?

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Y se me ocurre también otra pregunta: si la Guardia Civil sabía que era un punto peligroso, ¿cómo no había allí una patrulla?, aunque, a tenor de los insultos y las piedras, puedo entenderlo. Mi coche ha quedado destrozado, el susto ha sido espantoso, y ¿por qué? Primero, porque unos mal nacidos se quisieron divertir a costa de mi vida; segundo, porque ningún organismo público se ocupó de mi seguridad en la. autovía,

¿Debo denunciar a alguien? ¿A quién? ¿A la Comunidad de Gitanos? ¿A la Dirección General de Carreteras? ¿Al Ministerio de Transportes? Gracias al destino, puedo contarlo, pero ya no voy segura por la carretera. Tengo la incertidumbre de si habrá algún obstáculo en mi camino.-

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