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Riis, el entrometido

Los cálculos de los grandes favoritos, perturbados por la aparición fantasmal del danés

Carlos Arribas

"Porca madonna". Un exabrupto blasfemo impublicable en Italia. Así reaccionó Eugeni Berzin, un sudoroso devorador de latas de Fanta en el asiento delantero del coche de su equipo, cuando conoció el magnífico tiempo de su compañero de equipo Bjarne Riis. "Todo el mundo hablaba de los mismos, de Berzin, Rominger y Zülle. Sólo yo sabía que podía hacerlo muy bien", dijo un Riis extrañamente ambicioso, rodeado de daneses pelín pesados que agitaban banderitas sin parar al tiempo que coreaban el nombre del corredor. "Riis ha preparado muy bien el Tour en general y esta prueba en particular. En Lieja le quité el maillot amarillo por sorpresa pero sabía que él estaba capacitado para esta actuación", dijo un Induráin que ya provocó alguna sonrisa de asombro cuando citó, en vísperas del Tour, al veterano danés como uno de los grandes enemigos. Y Bjarne Riis, de 31 años, ha cumplido con aquel pronóstico. Los capos del Tour le ven como un entrometido. Todos sus cálculos se han visto trastornados por su fulgurante aparición. Si no es por él, todos se habrían declarado felices.Riis acabó seco -"he perdido el bidón y he tenido que hacer los últimos 20 kilómetros sin beber nada, pero eso no es una excusa", explicó el danés- y la última cuesta le pareció una trinchera mortal; Berzin acabó diciendo "qué calor" y agotado. Induráin terminó esprintando en la cuesta- "he forzado a tope el último kilómetro y lo ha pagado más Riis que yo", dijo- y luego entró en una sauna -la sala de entrevistas del Tour, 50 caldeados grados- con un maillot amarillo de mangas largas. A pocos metros, Berzin pedía ayuda para quitarse el maillot de Gewiss. Lo tenía tan pegado al sudor del cuerpo que no podía arrancárselo.

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Cada corredor dio su versión de la carrera. "He salido a tope para coger un buen ritmo en la subida inicial, que era lo más duro", afirmó Induráin. "En la bajada, en cambio, no me he encontrado a gusto, no iba suelto y no me he atrevido a meter un gran desarrollo por si después lo podía pagar. Luego, quizás, me he cebado en exceso por doblar a Jalabert, y allí gasté más energías de las necesarias, pero después, aunque lo llevé a rueda no me molestó su presencia". Rominger, que hizo de la regularidad su arma, dijo que no le había afectado el calor tanto como temía. "He hecho un tiempo normal, el que esperaba. El resultado ha sido perfecto", señaló. Berzin se quejó del calor, de un resfriado de nariz -"llevo un tiempo con tratamiento de aerosolterapia", manifestó- y de un catarro, que le acompañan alternativamente desde hace dos meses. También compró algo de modestia. "El recorrido no iba bien para mis características ", indicó. "La primera mitad la hice muy bien, pero la segunda, muy mal ". Riis se quejó de falta de referencias. "No sabía que iba a hacer tan buen resultado, si no, habría forzado más, porque tenía energía de sobra".

Induráin permitió a sus rivales que perdieran menos de dos minutos y éstos estaban tan contentos. Aunque, Berzin el primero, todos empezaron a sumar el día de Lieja con ayer. "Supongo que el esfuerzo del día anterior le habrá afectado en la contrarreloj ", subrayó Berzin. "Pero creo que no fue un error. No hay que olvidar que en Lieja nos sacó más de un minuto". Induráin lo explicó de forma más concisa: "Las dos etapas han sido duras, pero si sumas, el balance no está nada mal ". "Hay que tener en cuenta", añadió, "que ya no puede haber grandes diferencias en esta contrarreloj porque los rivales ya están hartos de que les meta mucho tiempo y se han preparado a conciencia".

La víspera, Echávarri pedía prudencia" en los cálculos. Una razón era la consciencia de que iba a tener que torcer buenos brazos al día siguiente; la otra, el estado de forma de Induráin. En palabras de Unzue: "Para nosotros, ganar la etapa ya era importante. Ese indicio nos dice que estamos acercándonos al Miguel habitual. Trajimos a un Miguel bien, pero no súper debido a que no ha hecho el Giro -él siempre hacía una magnífica primera semana por la inercia del Giro- y cada momento que pasa, mejora. Eso es lo que nos ha dicho el test de la contrarreloj ". El director del Banesto estaba enfadado con los jueces -"es una vergüenza", dijo- por no haberle permitido trabajar con libertad. Cuando Induráin dobló a Jalabert, éste se quedó a rueda y Unzue no pudo acercarse a su pupilo, con lo que Induráin hizo gran parte del recorrido sin referencias.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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