El listón por los suelos

El listón del toreo está por los suelos. Es una triste evidencia que se hace presente cada tarde en La Maestranza. Hay que bajar el nivel de exigencia para sostener la bola de la mentira, que cada vez se hace más grande e insostenible. Parece como si ganaderos, toreros, autoridad y público sé hubieran puesto de acuerdo para inventar otra fiesta que nada tenga que ver con el riesgo y la emoción de la de antaño. Una fiesta descafeinada en la que no existe el toro bravo, ni el torero valeroso, ni la autoridad exigente, ni la afición documentada. Es una fiesta monótona, aburrida, festivalera y, por encima de todo, falsa. Pero en esa falsedad se cimentan hoy muchas carreras taurinas.Ni Guardiola es ya garantía para una novillada en Sevilla. Para empezar, los veterinarios rechazaron cinco de las reses presentadas por falta de trapío; y lo peor es que las que salieron al ruedo eran chicas para una plaza de segunda. Pero no queda ahí la cosa: los novillos guardaban en sus carnes toda una enciclopedia de defectos; en mayor o menor medida, fueron chicos, inválidos, descastados y deslucidos. Una auténtica maravilla para un hierro de tanta solera

Ni con la toalla

¿Qué se les puede pedir a los novilleros con este material de desecho? Lo menos que se les puede exigir es torería. Y torería es ilusión, valor, alegría, quietud, que es, en una palabra, jugarse el tipo. Pero los novilleros de hoy, en su inmensa mayoría, no se la juegan ni con la toalla de, baño.Joselu de la Macarena estuvo a punto de cortar una oreja por una faena mala de solemnidad al único novillo, el cuarto, que desarrolló nobleza. Tres descabellos impidieron lo que hubiera sido una grave injusticia. Exceptuando el comienzo de faena, muy torero, todo lo demás fue una lección de pegapases, sin sentido de la colocación ni de la distancia. En su primero toreó sin justeza, aunque el novillo no permitió el lucimiento.

Encabo llegó triste y se fue aún más cabizbajo. Le tocó un Jote imposible y estuvo tan soso como sus oponentes. Porfió sin excesivo empeño y pasó desapercibido.

Parece que Juan Manuel Benítez quiere torear bien, pero no siempre le acompaña el corazón. Es verdad que sus dos novillos fueron los más deslucidos. Se le atisba cierto empaque, al igual que le faltó el valor necesario para una pelea sin cuartel. Pero el listón del toreo está como está.