Douglas Hurd, el ministro de Exteriores británico, dimite para ayudar a Major

La batalla por la sucesión de John Major produjo ayer su primera víctima, en realidad una autoinmolación política. Douglas Hurd, secretario del Foreign Office británico desde 1989, dimitió para soltar lastre proeuropeo en el equipo de Major y hacer más ligera la carrera del primer ministro hacia su reelección corno líder tory. "Quiero que su campaña triunfe", declaró el dimisionario. El estilo y la política de Hurd se habían convertido en intolerables para los euroescépticos, que llevaban meses tras él y en las últimas jornadas habían endurecido su furibundo acoso.Hurd estaba cansado de tener que luchar constantemente en dos frentes, el de los euroescépticos en casa y el de quienes en Europa le reclamaban un mayor esfuerzo integrador británico, y ya hace más de un año había manifestado a Major su deseo de dimitir y retirarse de la política este verano.

Su jubilación, a los 65 años, favorece a Major, ya lanzado a la campaña para la reelección sin esperar que salten a la arena los candidatos a disputarle la primacía de los conservadores. El primer ministro no deja de recibir mensajes de adhesión, incluido el de la euroescéptica por antonomasia, Margaret Thatcher.

Todos los ojos están puestos ahora en Norman Lamont, ex ministro de Hacienda defenestrado en 1993 y convertido en enemigo personal y político de Major. Lamont está tanteando posibles aliados y lo único que ha dicho hasta ahora es que no descarta presentarse.