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LA CRISIS DE LAS ESCUCHAS

Serra, afirma que el Gobierno desconocía las escuchas

El vicepresidente denuncia la existencia de una trama para desprestigiar las instituciones

Luis R. Aizpeolea

El vicepresidente del Gobierno Narcís Serra, hizo ayer un, llamamiento a los partidos para que mediten sobre el riesgo que están sufriendo las instituciones por la existencia de una trama contra el Estado. Serra se presentó ante el Congreso como una víctima más de esta trama, pero se quedó solo en su llmamiento, que no encontró eco ni siquiera en los partidos más próximos al Gobierno, como CiU y PNV, que responsabilizaron al Ejecutivo de la situación de inestabilidad y pidieron la dimisión de Serra y la del ministro García Vargas. Su intervención, de casi hora y media, fue interrumpida en varias ocasiones con abucheos y burlas desde los éscaños del PP. "¡Dimisión!", "¡confiesa!", ¡vaya papelón!" y "¡qué vergüenza!" fueron las expresiones más oídas.

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Fue una intervención defensiva. Serra garantizó que el Gobierno ni ordenó, ni conoció, ni utilizó las cintas grabadas por el Cesid. "También es absolutamente falso que el Cesid haya espiado a Su Majestad", dijo. El vicepresidente culpó directamente al coronel Juan Alberto Perote, en prisión por orden del juez militar, y limitó su propia responsabilidad a los fallos en el sistema de seguridad, que se comprometió a reformar. Como colofón, hizo una triple oferta a los partidos. Les ofreció la comparecencia del Gobierno en la Comisión de Secretos Oficiales cuantas veces sea necesario; invitó a los miembros de esta comisión a visitar las instalaciones del Cesid y sus sistemas de control del espacio radioeléctrico, y les brindó la posibilidad de acceder a la información que el Ejecutivo recibe del servicio de espionaje. Le respondieron con una cascada de abucheos.El eje de la comparecencia de Serra giró en el llamamiento que hizo a los partidos para que mediten sobre la trama contra el Estado democrático, de la que no precisó ni su alcance ni sus protagonistas. "Debo pedir a todas las fuerzas políticas aquí representadas, al margen de la legítima crítica que puedan hacer al Gobierno, que puede ser todo lo dura que estimen conveniente, y al margen de las peticiones de responsabilidad política que formulen, que mediten sobre la presión que están sufriendo nuestras instituciones. Les estoy pidiendo que hagan compatible la legítima crítica al Gobierno con la defensa más firme de la estabilidad de nuestras instituciones".

Él mismo se presentó ante el Congreso como víctima de esta trama. "Tengo también la convicción de estar siendo objeto de un intento de desprestigio personal, y tengo igualmente conciencia de no ser más que el destinatario circunstancial de ese intento. Me preocupa extraordinariamente que el destinatario último no sea siquiera el propio Gobierno, sino el funcionamiento normal, reglado y respetuoso de las instituciones democráticas".

El vicepresidente del Gobierno que en todo momento reconoció la gravedad del escándalo de las escuchas, relativizó, no obstante, su importancia al compararlo con otros escándalos ocurridos en países democráticos, y pidió a los partidos españoles un comportamiento similar al de las fuerzas políticas de otros países. "Las democracias occidentales han conocido igualmente dificultades o problemas en el funcionamiento de sus servicios de inteligencia. Nunca se han utilizado estas circunstancias para deslegitimarlos, sino, antes bien, para reforzar el consenso soclal sobre su necesidad, sobre su eficacia y sobre el alcance estratégico de sus actividades".

Aunque Serra no precisó el alcance ni los sujetos de la trama que denunció -sólo aludió a la "presunta deslealtad" de Juan Perote con el Cesid-, sí mencionó la existencia de un contexto político que facilita esta situación. En este sentido, criticó los pronunciamientos que a lo largo de la última semana se han producido por parte de distintas fuerzas políticas, a las que acusó de "no haber guardado la debida cautela o no haber se manifestado con la prudencia requerida" hasta esperar el resultado de las investigaciones que el Gobierno ha prometido.

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El vicepresidente denunció el clima de crispación política, al que responsabilizó de facilitar esta situación. "Un contexto que puede explicar el porqué y el cómo de la aparición de este tipo de informaciones, la significación del momento, la intencionalidad buscada. Y que igualmente podría dar respuesta a las preguntas de por qué se llevó a cabo esa deslealtad, a los intereses de quién y a quiénes sirvió, finalmente".

Lo más preciso que dijo Serra sobre esta trama fue que "la acción delictiva de difusión de información clasificada ha podido ser instada por terceras personas con finalidad que sólo ellas conocen en detalle, pero que con toda seguridad persiguen su instrumentación política y, también por qué no decirlo, su utilización eventual en operaciones de extorsión o alteración de normales relaciones económicas, empresariales, políticas o juridicas". No precisó si las responsabilidades políticas del Gobierno se concretarán en su dimisión y la del ministro de Defensa, Julián, García Vargas. Insistió en que eso lo decidirá el presidente González.

Ya en el segundo turno, Serra replicó con suma dureza- al portavoz del PP, Francisco Álvarez Cascos. Dijo que "su balance democrático es cero" comparado con el del teniente general Emilio Alonso Manglano y le acusó de utilizar "el insulto, la descalificación y la acusación infundada". También golpeó al líder del PP, José María Aznar. "Si no ha corregido las declaraciones de Cascos, me parece que es una persona indigna de gobernar España".

Serra no desveló su futuro político. Se limitó a asegurar que tanto él como García Vargas se mantendrán en sus puestos al menos hasta finalizar las investigación. Dentro de una semana Felipe González comparecerá en el Congreso para dar toda la información que ayer no pudo aportar el vicepresidente.

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