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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Un Madrid fervoroso

Nadie diría, viendo la televisión la pasada Semana Santa, que éste es un país multiconfesional. Cuando no topaba con la historia de Cristo, versión tras versión, podía elegir entre las representaciones fílmicas de todos sus contemporáneos o bien con el directo de las procesiones madrileñas.Parecía que todos los canales se hubieran puesto de acuerdo absorbidos por el fervor religioso que de repente sobrecogió a la capital como nunca, y eso a pesar de que algunos de los presentadores y presentadoras no parecían estar muy al tanto de los ritos eclesiásticos que retransmitían.

No es que tenga nada en contra; todo lo contrario, las procesiones han traído un número considerable de turistas entusiasmados por la parafernalia y el folclore que en sus países, más sosos y aburridos, no pueden encontrar, dejando sus divisas, pocas pero necesarias para la situación económica.

Además, hay que tener en cuenta que estas representaciones son parte de la cultura de nuestro país después de tantos años de catolicismo férreo. Digamos que la cuestión es otra; los ciudadanos como yo, que respetan los restos de cien años de catolicismo exacerbado, se asombran de que de repente se encuentren desangelados, abandonados y sin nada televisivo que ver, nada no religioso quiero decir.

Teniendo en cuenta que en esta ciudad la mayoría de la población se declara "católica no practicante" -diría yo, activa para la fiesta y el. folclore y pasiva en la misa y la disciplina papal- durante el resto del año, sorprende el resurgir fervoroso, pero sobre todo la falta de alternativas. Esperábamos pasar unas vacaciones rebajadas tirados frente el televisor viendo viejos películas, nuevas series o algo, fuera lo que fuera, definido por la esencia misma del entretenimiento audiovisual. Por supuesto, contábamos con La túnica sagrada o Los diez mandamientos, como todos los años, pero no con todo el caudal cinematográfico de trasfondo católico.

Por suerte quedaban los cines, los teatros, leer, pasear por las calles casi vacías de Madrid y realizar todas esas cosas que siempre dejamos para un momento de aburrimiento total. Supongo que después de las desbordantes vacaciones religiosas estarán, al menos, contentos todos aquellos que esperaban, con pasión no ocultada, recuperar un Madrid cristiano y apostólico.-

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