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Sucesión

Enrique Gil Calvo

La postura oficialmente adoptada por la ejecutiva del PSOE para elaborar su futura estrategia es la de que todavía resulta posible recuperar la confianza mayoritaria del electorado. Supongamos efectivamente que esta hipótesis de recuperación tenga alguna verosimilitud. ¿Con quién tendría más probabilidades de éxito: con González o con algún sucesor? Parece claro que con González, ya que su prestigio personal supera con creces al de su partido, que sería el único posible avalista colectivo de su sucesor (aunque ello dependería del tiempo disponible por éste para forjarse una imagen política propia, independiente de la hoy deteriorada de su partido).Pero, en cualquier caso, la hipótesis de recuperación parece poco realista y no resulta creíble. Lo más probable es que incluso con González, y sobre todo sin éste, el PSOE no logre recuperarse lo suficiente y, aunque su derrota sea tan digna como en las pasadas elecciones locales, lo más seguro es que deba cederle a la oposición el Gobierno central. Ahora bien, en esta segunda hipótesis no de recuperación, sino de fracaso, ¿con quién habría más posibilidades de que la derrota fuese digna: con González o con algún otro sucesor dispuesto a hacer de víctima propiciatoria?La cuestión es problemática porque, por ejemplo, en el caso francés se dijo que si Jospin alcanzó una tan digna derrota fue por ser alguien alejado de la cúpula de su partido y estar, por tanto, limpio de cualquier sombra de sospecha. Si trasladamos este argumento directamente al PSOE, ¿significaría que un socialista limpio obtendría mejor resultado que quien personifica toda la responsabilidad del partido? Creo que la cosa no es tan simple. A pesar de lo que diga la clase política madrileña, a nuestra opinión pública le parece mucho más limpio González que su partido. Por tanto, creo que, incluso bajo la hipótesis de derrota, González obtendría resultados mucho más dignos que cualquiera de sus posibles sucesores.

Así, bajo cualquiera de las dos hipótesis (recuperación o derrota), lo más conveniente para el PSOE es que su candidatura en las próximas elecciones generales siga estando encabezada por González a fin de poder obtener los mejores resultados posibles. Ahora bien, esta conclusión tiene un efecto potencialmente perverso, el de seguir bloqueando indefinidamente la imprescindible renovación institucional del PSOE, que algún día habrá de acometerse sustituyendo a la quemada cúpula actual para poder superar de una vez por todas los desgraciados acontecimientos que han afectado a la izquierda española durante la última etapa. Sin embargo, este efecto perverso de bloqueo interno tampoco tiene por qué producirse, pues el encabezamiento por González de la próxima candidatura no excluye el planteamiento de su futura sucesión, una vez que la derrota se haya consumado.¿Cuándo debe plantearse la sucesión institucional en el seno del partido: en conexión o con independencia de la sucesión en su liderazgo? ¿Cuándo debe retirarse González a un segundo plano para que el PSOE pueda comenzar a plantearse su regeneración: antes o después de la derrota electoral? Creo que después, pues el mejor servicio que González le puede prestar aún a su partido es el de encabezar por última vez su candidatura a las próximas elecciones, a sabiendas de que será probablemente derrotado y tendrá que retirarse.

Así se obtendrían varios efectos deseables. Ante todo, a González lo retirarían sus electores y no sus compañeros de partido. Después, al retirarse, González se llevaría consigo la responsabilidad sobre la etapa terminada, dejando por ello limpio a su partido. Y, por último, gracias a la derrota, un PSOE en la oposición abriría una nueva etapa de regeneración interna y búsqueda de sucesores. De esta forma, González volvería a representar el papel que ya ejerció antes: el de cargar sobre sus espaldas todas las culpas atribuidas a sus hombres a fin de sacrificarse por ellos para poder redimirles.

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