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Tribuna:
Tribuna
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Negativos

Manuel Vicent

Se dice que Franco murió en la cama, pero aquello no era real mente una cama, sino un circuito de tubos y cables. Una parte de ese circuito, y no la más importante, se llamaba Franco. Desde aquella imagen de un caudillo lleno de electrodos, rodeado de monitores y vírgenes, cibernética y superstición, hasta la fotografía de Jordi Pujol subido en la montaña rusa o con su honorable cabeza metida en una casco de rugby han pasado 20 años. En toda esa época otras imágenes han ido fijando la transición: los pantalones de campana de Alfonso Guerra, la carroza mortuoria de Tierno Galván, la peluca de Carrillo, aquellos militares vestidos de época, según escribió The Washington Post, que asaltaron el Congreso, Felipe y Guerra llevando a hombros el féretro de un sindicalista asturiano, los socialistas arrojando rosas al final de los mítines y así hasta llegar a la odalisca que bailó con pantalones bombachos el adaggio de Albinoni en un mitin de Aznar en Valencia. Si hoy Felipe González se paseara a media noche por la Gran Vía con aquellas patillas que lucía cuando llegó al poder sería cacheado con las manos en la pared y llevado a la comisaría por un policía de Belloch. Otras imágenes siguen formando el lecho oscuro de la de mocracia: los silbidos machistas a la ministra de Cultura en el Parlamento, el escupitajo que allí lanzó el panzudo Lizondo, Gerardo Iglesias bajando a la mina, el juez Garzón entrando y saliendo de la Audiencia Nacional con el chaquetón sobre los hombros, el abucheo a Felipe en la universidad, los mil gaiteros de Fraga, el sopapo de Ruiz Mateos a Boyer, Mariano Rubio bajo una lluvia de insultos a la puerta de los juzgados, Javier de la Rosa comiendo un bocadillo en la cárcel, la gabardina de Roldán en el aeropuerto de Bangkok, Aznar saliendo ileso de un coche destrozado, aquellas banderas rojas de un Sábado Santo cuando el partido comunista fue legalizado y sodomizado, las banderas blancas del Partido Popular en la calle de Génova el día de la victoria. La memoria seguirá siendo el polvo de la cáscara de mejillones.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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