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Un nuevo centro municipal da cobijo y ayuda a toxicómanos sin hogar

Un refugio donde reducir los daños del consumo de drogas y la vida en la calle. El Ayuntamiento de Madrid abrió en marzo un local en el distrito Centro para acoger, de seis de la tarde a ocho de la mañana, a los toxicómanos sin hogar, los más alejados de la red asistencial. En este tiempo, 180 drogodependientes han pasado por el centro para obtener jeringuillas y preservativos, recibir atención sanitaria, descansar, comer y pedir ayuda social. La única exigencia es no consumir drogas ni actuar con violencia en el recinto.

Los usuarios del centro son personas sin casa, sin trabajo, sin relaciones familiares, con la salud quebrantada y, a menudo, con problemas judiciales. El equipo de atención, formado por tres educadores, dos sanitarios, un médico, una trabajadora social y un coordinador, tiene por delante una tarea dura. Pero trabajan con el convencimiento de que no todo está perdido."Esta gente responde mejor de lo que creemos", asegura Eugenia, la trabajadora social. "Se sienten a: gusto aquí y quieren que el centro funcione; en las asambleas, ellos mismos han acordado no consumir drogas ni en el local ni en el barrio", explica. También han decidido elaborar una revista.

"Alguno te dice: con lo bien que estoy, para qué voy a salir a ponerme, y prescinden de ese pico", añade. "Al principio, les choca que les toquemos, parece que están acostumbrados a que les rehúyan", concluye.

Sin carné

Los problemas de los usuarios son múltiples y todos derivados de la marginación. Por ejemplo, la mayoría carecen de carné de identidad, y sin él no les admiten en los albergues municipales. Tampoco disponen de domicilio, con lo que no se enteran de si tienen alguna citación judicial. El centro ha iniciado contactos con asociaciones que trabajan con los sintecho y con los juzgados para ir resolviendo estos problemas."Algunos no se plantean dejar la droga, pero, aunque se lo propongan, es muy difícil iniciar un tratamiento cuando no tienes ni casa, ni documentación, ni cartilla sanitaria, ni resueltos tus asuntos judiciales", explican.

La idea básica de este servicio es ir saltando escollos. El primer paso: ofrecer un cobijo donde los toxicómanos puedan echar raíces, estar tranquilos y charlar, si lo quieren, de sus problemas. El objetivo es tender un puente entre ellos y los servicios sociales ya existentes.

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José González, coordinador de este servicio que el Ayuntamiento de Madrid ha adjudica do por 46 millones de pesetas a la empresa Alma-Ata de servicios sociales, explica: "Aquí vienen consumidores que, por su situación personal, no están en la fase de dejar la droga, pero sí se puede intentar reducir daños y riesgos".

"Es un programa de atención social y de salud pública, porque, tratando los problemas de estos toxicómanos, se evitan contagios de sida y de otras enfermedades", añade.

La buena acogida del centro entre sus potenciales usuarios ha obligado a establecer limitaciones en el acceso. Cualquier drogodependiente puede acudir al servicio de intercambio de jeringuillas, reparto de preservativos, curas y consulta social. Pero sólo 150 habituales pueden permanecer en el recinto, participar de las actividades y recibir comida.

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