Huellas

Dentro de unos meses, la editorial Actes Sud de París lanzará en Europa las memorias de Alvin Nikolais (1912-1993), un libro peculiar que sobre todo destacará al lector su humanística, su magisterio pleno de bondad y de apertura al experimento global dentro del ejercicio de danza, es decir, la iniciativa que compendie sonido, movimiento, color, formas.Nikolais trabajó toda su vida sobre una vertical donde combinaba la inspiración abstracta con la contaminación del arte de su tiempo, y eso mismo infundía a sus múltiples discípulos. En el programa del Albéniz, interesante porque algo tenía de panorámico y antológico, se pudo sentir esa capacidad asimilatoria, venida fundamentalmente de varias ramas de la pintura abstracta norteamericana. Nikolais deja en, la danza moderna las huellas de Pons, Stella, Rothko y Albers, entre otros, para no agobiar con nombres. Era un coreólogo de lo plástico, donde el paso de baile es solamente soporte del aparato formal, que no estático, de ahí que se le pueda ligar al movimiento cinético fundacional, lo que Tensile involvement explica muy bien.

Actualmente la compañía no tiene el brío. ni la cohesión de antaño. Algunos de sus artistas no están ni siquiera en forma física adecuada (peso, dinámica) y el rigor -canon, ensemble, bloques seriales- dejó un sabor intermedio entre la ausencia del maestro, aún reciente y esa idea de bolo a toda costa.

Aun así, siempre está bien que la compañía Nikolais perviva y sostenga el repertorio básico de su mentor, es historia y, por demás, útil. De ahí que sea encomiable la ingente tarea que han emprendido en Nueva York de filmar con alta calidad y pensando en el futuro todo lo que se pueda y se recuerde de este artista. Los bailarines y coreógrafos del cualquier futuro necesitarán ver estos trabajos.