La izquierda y la derecha italianas se culpan de no poder evitar los referendos sobre la televisión
Los principales dirigentes de la izquierda y la derecha italianas se culpaban ayer mutuamente del fracaso de las negociaciones desarrolladas en los últimos días para evitar los referendos del próximo 11 de junio sobre la reforma del sistema televisivo, que, al parecer, son tan indeseados como ineluctables.Los referendos surgieron por iniciativa de grupos izquierdistas y católicos no directamente ligados al Partido Democrático de la Izquierda (PDS). Esta formación política sólo se interesó abiertamente por el tema al comprender -que la consulta podía ser instrumento para aplazar las elecciones generales que Silvio Berlusconi y la derecha querían adelantar a junio.
Hace más de un mes, el PDS declaró, sin embargo, que los referendos televisivos, con su simple planteamiento dualista, no eran el medio adecuado para resolver un problema tan complejo, complejo como es la reorganización del sistema televisivo, y ofreció a Berlusconi tratar el tema en el contexto de una negociación política general que abarcaría también la fecha de las elecciones.
Berlusconi, que denunció siempre estos referendos como un intento comunista de expropiarle, rechazó de plano la oferta y dijo que la izquierda tenía miedo de perder la baza que ella misma había ideado.
El fracaso del centro-derecha en las recientemente celebradas elecciones locales puso en cuestión la estrategia de enfrentamiento duro del líder de Forza Italia e hizo que sus aliados de Alianza Nacional y el Centro Cristiano Democrático le pidieran públicamente que negociara como todo buen político. Los contactos de la semana pasada surgieron en ese contexto.
Aparentemente, la dirección del PDS llegó a un acuerdo con Forza Italia sobre la única propuesta que Berlusconi podía aceptar: que se aplazara la reforma del sistema televisivo mediante una argucia legal capaz de evitar los referendos.
Sin embargo, Massimo d'Alema, líder del PDS, dio marcha atrás por la protestas que el compromíso suscitó, sobre todo en la Liga Norte pero también en sus aliados ex democristianos y en su propio partido. Rectificó tan rápidamente que no se llegó a saber si Berlusconi era o no serio en estas negociaciones. Todo los intentos posteriores estaban condenados al fracaso.
"Sí" o "no"
Si gana el no, habrá vencido el mito de un Berlusconi provindencial y liberal, tan bueno para Italia como para sus negocios. Aunque eso no impedirá que el líder de Forza Italia tenga que seguir haciendo cuentas con la realidad política ni que el sistema televisivo tenga que ser reorganizado, ya que el Tribunal Constitucional ha establecido que tres televisiones son demasiadas para un solo empresario.
Por el contrario, si gana el sí, Silvio Berlusconi perderá buena parte de sus empresas y todo su futuro político, pero la izquierda perderá el objetivo de que sé celebren elecciones en octubre, porque la salida del ex primer ministro y magnate empresarial de la política daría paso a una profunda reorganización de las incipientes alianzas actuales. En cualquier caso, la inestabilidad será grande.
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