Vivienda y empleo en la ciudad balneario
La ciudadania donostiarra se debate entre el conservacionismo de la "belle epoque" y los que desean la intervención
Militantes conservacionistas de esa privilegiada conjunción entre naturaleza y ciudad que se da en San Sebastián, los donostiarras siguen dividiéndose, como siempre en su historia, entre quienes persiguen la inmutabilidad de los espacios y los paisajes y quienes creen llegada la hora de la intervención. Entre quienes fetichizan los estilos, los colores y hasta la atmósfera de apacible ensimisamiento que transmite la ciudad y quienes sostienen que los ciudadanos no pueden seguir absortos, atrapados en la corsé de la estampa típica donostiarra, si quieren asegurarse el futuro.Al modelo de ciudad balneario -turismo, servicios, comerio- que pervive en la memoria y el paisaje urbano como reminiscencia de "los años felices" de la belle époque se opone la ruptua con el discurso nostálgico, el desarrollo físico de la propia urbe, la apertura a otras actividades, la búsqueda de una industria cualificada que asegure la vitalidad económica y la creación de empleo.
Vivienda y empleo son, justamente, los grandes problemas de San Sebastián, aunque cualquier visitante podría llegar a pensar que el principal motivo de preocupación ciudadana es la salud de los depauperados tamarindos que a lo largo del paseo de La Concha testimonian la pasada inclinación por los caprichos exóticos. De la misma manera que, a la vista de la manifestación desarrollada meses atrás en defensa de los derechos de los perros a campar sin correas por las calles y jardines, alguien podría asociar a San Sebastián con un distinguido barrio parisiense.
Frente al modelo Cannes -el centro para los visitantes, los ciudadanos a los arrabales-, frente a la realidad de una atractiva y cotizada ciudad de provincias, escasamente dinámica, el Ayuntamiento ha optado en su nuevo Plan General, por la creación, en ocho años, de 15.500 nuevas viviendas -públicas en el 40%-, por la renovación del tejido industrial y por la promoción del parque tecnológico de Miramón, donde ya hay comprometidas 18 empresas de alto nivel.
La propia ciudad ha modificado ya notablemente su fisonomía, hasta el punto de que la sagrada postal donostiarra, supuestamente intocable, ha sido trastocada con la incorporación de una tercera playa a su litoral urbano. La reciente creación de la playa de La Zurriola, un auténtico acontecimiento, la intervención más trascendental de los últimos 70 años, convertirá a esa área urbana del barrio de Gros en un nuevo polo de referencia y encuentro ciudadano, más aún cuando llegue a hacerse realidad el proyecto de palacio de congresos del Kursaal diseñado por Moneo, los gigantescos cubos translúcidos varados junto a la desembocadura del Urumea.
En estos años, bajo el trazo de una arquitectura impecable, ha surgido el área de las facultades en Ibaeta, prueba de la apuesta por una Donostia universitaria, y el conjunto deportivo de Anoeta, que, entre otras instalaciones de alto nivel, acoge el nuevo estadio de la Real Sociedad. Un barrio de nuevas edificaciones, Intxaurrondo, destinado a ser el más populoso, de la ciudad, ha surgido casi de repente, gracias al programa de construcción de viviendas, un total de 5.500, en su mayoría de promoción pública.
La política de vivienda acometida desde el Gobierno vasco y el Ayuntamiento para frenar el encarecimiento progresivo de los pisos, que continúa expulsando a los jóvenes de su ciudad y retrasando la formación de las parejas, ha absorbido efectivamente buena parte de la demanda acumulada, pero no ha garantizado en absoluto el futuro mantenimiento de los precios. De hecho, ante lo limitado del suelo disponible, ante el constreñimiento de una ciudad que renuncia a encontrarse con los municipios limítrofes, los expertos prevén un repunte del proceso que llevó a San Sebastián a encabezar el ranking del precio de la vivienda.
Claro que los habitantes de esta ciudad tan manejable, peatonalizada estos años en distintos puntos del centro, han sido educados en la comodidad de los espacios cortos, en la dependencia del litoral urbano, y consideran un drama el alejamiento de los escenarios privilegiados. De los 175.000 vecinos, 11.150 se encuentran actualmente en paro, de acuerdo con las cifras del Inem. Se calcula que, a plena ocupación, el centro tecnológico de Miramón, con ciento y pico mil metros cuadrados, puede dar empleo directo a unos 2.000 técnicos muy cualificados y establecer una trama de actividad paralela.
En el horizonte figura igualmente la renovación de los actuales polígonos y parques industriales, la instalación de la depuradora que debe eliminar la contaminación del agua del mar, y se depositan muchas esperanzas en la cooperación con la Universidad en el aprovechamiento del actual nivel de la sanidad. El Plan General cuenta con el respaldo de una amplísima mayoría municipal, pero las resistencias residen en la propia sociedad donostierra, y muchas veces se manifiestan revestidas de conservacionismo, en polémicas como la del Kursaal, en las críticas a determinados edificios que no se atienen al clasicismo local, en el elogio de construcciones recientes que reproducen postizamente el estilo romántico recargando ornalmentalmente incluso el modelo original.
Hay iniciativas que agrupan a lo más granado de la intelectualidad local en contra del propósito de derribar el cerro de San Bartolomé, un montículo urbano con el que, en una operación exclusivamente financiera, el Ayuntamiento confía en reducir sus 25.000 millones de deuda, su presupuesto anual.
A lo largo de estos últimos cuatro años, la siempre agitada vida municipal donostiarra, dirigida por el gobierno formado por el PSE-EE, el PNV y el PP, tuvo en el asesinado Gregorio Ordéñez a una de sus principales figuras. El PP ha sido el partido más votado en las elecciones de los últimos años, y todas las encuestas le perfilan ahora como el ganador indiscutible.
Las posibilidades de que Jaime Mayor Oreja, presidente del PP vasco y sustituto de Ordóñez, llegue a hacerse con la alcaldía son, sin embargo, relativas, a causa del pacto que compromete a PNV, PSE-EE y EA para apoyar a la candidatura más votada de las tres. Odón Elorza, actual alcalde de San Sebastián, tiene ahí su oportunidad de repetir mandato, aunque, según las encuestas, las diferencias con el resto de sus competidores, del pacto tripartido se miden en décimas.
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