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Tribuna:28 MAYOANÁLISIS
Tribuna
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Empujado por la cresta de la ola

José María Aznar se desliza sobre una tabla de surf desde el día 11 pasado, cuando abrió la campaña electoral en San Sebastián. Cabalga feliz la cresta espumosa de una ola, convencido de que le llevará mansamente hasta las arenas de una victoria resonante el domingo próximo, cuando se anuncie el veredicto de las urnas. Y también, como explica de mitin en mitin a lo largo de una agotadora maratón por la península, de que el día 28 habrá ascendido el penúltimo escalón hacia La Moncloa.Cada una de las veces que ha pedido elecciones anticipadas desde las generales de 1993, cuando Felipe González revalidó el triunfo pero perdió la mayoría absoluta, Aznar lo ha hecho tan seguro de que él cumplía su deber como de que el presidente del Gobierno "esquivaría el suyo", es decir, no abandonaría el poder ni para dejar paso a un compañero de partido ni para apelar a la soberanía de los electores.

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Eso no significa que en Génova 13, la sede central del Partido Popular, no esté guardado desde hace muchos meses, por si acaso, un abultado "plan de campaña". Habría servido para arrancar en cuestión de días la máquina electoral ante una llamada por sorpresa a renovar el Congreso y el Senado.

Pero no hizo falta. Aznar y su equipo tendieron a pensar que González haría de la inmovilidad su estraegia y, con ello, les ofrecería un último y definitivo regalo. Retrasaría el momento del relevo en La Moncloa. Pero al obligarse a sí mismo a gobernar con el apoyo externo y condicionado de los nacionalistas catalanes de Jordi Pujol y obligar a los populares a ganar antes las municipales y autonómicas, les serviría en bandeja la mayoría absoluta.

El cálculo no ha resultado descabellado y para José María Aznar ha llegado la hora de las mieles. Los populares piensan que todas las barreras de contención colocadas desde el poder en los últimos años han saltado en pedazos. "No hay alternativa", hasta que apareció de repente tras el congreso extraordinario de febrero de 1993. "Fuera del PSOE no hay partido", pero ahora el de la oposición exhibe desafiante sus siglas mientras los socialistas las manejan con extremo pudor.- "No hay líder". Y resulta que el público reacciona ante Aznar como una multitud de quinceañeras en éxtasis con su ídolo.

El interesado sonríe con displicencia y cuida su forma física y mental. Se ve corno gobernante y se prepara como ha hecho siempre, para resolver con nota alta. En los últimos meses ha digerido despacio los consejos morales del judeo español Maimónides para el dominio de las pasiones y el fortalecimiento del carácter. Se ha hecho menos influenciable, cuentan sus próximos. El reverso de la moneda es que las críticas parecen resbalarle como el beso de una mosca sobre la piel de un elefante.

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Mientras llega la hora de poner las extremidades en movimiento para ascender el último peldaño -equivalente en España a la definitiva consagración del mayor carisma, el del poder-, Aznar paladea el espectáculo. Los populares no acaban de creerse la multiplicidad de campanas simultáneas del PSOE en vísperas del 28-M, la dispersión de sus mensajes o la apertura del debate sobre el relevo de González en pleno periodo electoral. E interpretan que Jordi Pujol, el socio imprescindible del presidente del Gobierno, se recoloca constantemente con la mirada fija en el futuro y ha puesto fecha de caducidad a su alianza con González, al advertir que nunca la romperá antes del 31 de diciembre.

La ocupación de una tupida red de poderes municipales y autonómicos augura meses de gran efervescencia política. En el entorno de Aznar se preparan las cartas para jugar la partida. Entra en lo probable un cambio de grupo mayoritario en el Senado, que convertiría en árbitro al grupo de CiU. También un aumento espectacular del peso del PP en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, vía presidencia de comunidades autónomas, suficiente para bloquear o condicionar cualquier acuerdo de correponsabilidad fiscal como el alcanzado hace un año.

Aquel pacto de cesión del 15% del IRPF a las comunidades autónomas, vital para Pujol y CiU, no contó con el asentimiento de los populares. Tras el verano, toca revisarlo. Si se le suma la alcaldía de Barcelona -las encuestas vaticinan al socialista Maragall y al convergente Roca un apretado empate que podría deshacer el PP-, para Aznar bastantes caminos conducen hacia CiU. Por si lo de la mayoría absoluta se queda en un sueño.

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