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28 MAYODUELO AUTONÓMICO: CASTILLA-LA MANCHA

Duelo de correcaminos

Bono y Molina han convertido la campaña en una desenfrenada carrera por todos los rincones castellano-manchegos

Quien quiera asistir a lo imposible sólo tiene que esperar a que José Bono, de 45 años, se haga una fotografía con su oponente del Partido Popular, José Manuel Molina. Bono no debate con él en televisión; no le ataca en los mítines y ni siquiera cita su nombre. Esta es una batalla entre dos líderes de muy diferente estatura, quizás sea la lucha entre un elefante y una hormiga.José Bono es presidente autonómico desde hace 12 años. Gasta vitola de líder nacional. Se faja de tú a tú con ministros. Posee nariz de perdiguero para ventear los cambios políticos y sabe usar el poder: el mismísimo don Marcelo, cardenal primado de las Españas, escribe palabras elogiosas sobre su persona en un libro de propaganda aparecido para las elecciones. ¿Quién conoce a José Bono?, les preguntaron a los castellano-manchegos hace unos meses. Y el 99% de ellos levantó la mano.

Enfrente se encuentra una hormiga muy peleona: José Manuel Molina, de 39 años. Molina ha sido alcalde de Toledo durante cuatro años, es el líder del Partido Popular en la región, cuenta con el respaldo personal de José María Aznar y se ha dedicado a rehacer un partido que siempre estuvo, y está, muy dividido. Punto. Por carácter es correoso y agrio en la esgrima política. También les preguntaron por él a sus conciudadanos castellano-manchegos, y sólo la tercera parte le reconoció. Y, sin embargo, las encuestas indican que cualquiera de los dos puede ser presidente el día 29 de mayo.

El viento de cola que empuja al PP en España ha convertido a estas elecciones en las más competidas de la historia castellano-manchega. Una región donde los electorados están cortados a cuchillo, casi mitad por mitad entre PSOE y PP, con una testimonial, aunque tal vez decisiva, Izquierda Unida. Por primera vez hay pelea. Nada que ver con las anteriores elecciones autonómicas, las de 1991, cuando el actual presidente se paseó, como si fuera Don Bono de La Mancha, consiguiendo una holgada mayoría absoluta. "En el año 1982, cuando nosotros llegamos", indica, "el 42% de las viviendas de Castilla-La Mancha no disponían de aseo. En el año 1991 ya lo tenían el 95%".

También presume de otra cosa: haber recorrido un millón de kilómetros, 25 veces la vuelta a la Tierra, pateando cada rincón de esta tierra, escuchando a gentes que nunca habían conocido en persona a sus gobernantes. "Veinticinco veces la vuelta a la Tierra sin salir de Castilla-La Mancha no está nada mal", indica.

Su oponente, José Manuel Molina, lleva 340.000 en los últimos cuatro años, según confesión propia, en este duelo de correcaminos en el que parece haberse convertido la política manchega. Bono pretende seguir en cabeza. Y día tras día se echa a la carretera. A mitad de campaña pone unos kilómetros más en el morral en dirección a Las Mesas, en la Mancha de Cuenca, tierra de ajos y viñas. Aquí, como en Las Pedroñeras y el Pedernoso, le besuquean ciudadanos de caras anchas, tez arrasada por los vientos y la solana y arrugas excavadas a cincel. "Lo he dicho en Bruselas, lo he dicho a los alemanes", afirma el presidente mirando a los ojos del par de docenas de habitantes que le escuchaban en la plaza, "si se arrancan las viñas, esta tierra se convertirá en un desierto. Mientras yo sea presidente, nadie arrancará una viña de forma obligatoria". Y luego habla del otro líquido. Porque en Castilla-La Mancha las campañas pasan por el gaznate: del vino al agua y del agua al vino. "Esta región necesita agua para su desarrollo. La solidaridad debe venir de las zonas con excedentes de agua, no de las que lo necesitan", insiste.

A unos centenares de kilómetos de allí, el día después, José Manuel Molina se encrespa. Y muestra su particular ristra de papeles: "Aquí está", dice, "en los presupuestos de este año están previstos 14.000 millones para arrancar viñas. Éstos son los datos. Este hombre es increíble". Molina no puede ver a Bono. Se le nota hasta do adquiere un tono sosegado. Las trifulcas entre ambos acaban siempre como el rosario de la aurora, incluso con las familias de por medio. Su campaña es más irregular. En Santa Cruz de la Zarza, por ejemplo, un pueblo de Toledo con mayoría socialista, el autobús irrumpe en la plaza Mayor, sorprendiendo a todos con la potencia de los altavoces. A continuación, el candidato saluda a todo aquel que encuentra por delante. En Villatobas, un pueblo que aparece desierto a las dos de la tarde, cuando el solazo derrite hasta las ideas, tiene un recibimiento más cariñoso. "Voy a pelear hasta el final por la victoria", anuncia con cierto escepticismo en la mirada. Afuera aguardan su momento los ciudadanos manchegos, habitantes de una región mayor que el Benelux y con algunas densidades de población similares al desierto del Sáhara. Uno de estos dos hombres les gobernará el día 29.

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