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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Azul libertad

EL SECUESTRO de un hombre cuya vida se hace depender de que pague un rescate es un crimen. Muchos donostiarras, convocados por varias organizaciones cívicas, con el apoyo de partidos e instituciones, se movilizarán hoy contra ese crimen: para exigir la liberación sin condiciones de José María Aldaya, secuestrado por ETA el pasado día 8.Nada más conocerse la convocatoria, Herri Batasuna contraprogramó su propia manifestación, a celebrar un día después en la misma ciudad y con idéntico recorrido, para pedir que "la libertad de Euskal Herria deje de estar secuestrada". También ha anunciado que distribuirá un distintivo alternativo al lazo azul que lucen ya miles de vascos pidiendo la libertad del secuestrado. La pueril búsqueda de la simetría, tan del gusto del mundo de ETA y HB, resulta aquí caricaturesca. La invocación a la patria no basta para convertir en justa una acción injusta, ni el que haya personas dispuestas a salir a la calle para jalear a los secuestradores convierte en legítima esa práctica mafiosa.

La iniciativa de la manifestación partió del colectivo Gesto por la Paz, conocido por las concentraciones silenciosas que convoca cada vez que se produce una víctima de la violencia. Hace dos años, con ocasión del secuestro de Iglesias Zamora, fueron los trabajadores de su empresa y una coordinadora ciudadana quienes tomaron las primeras iniciativas de movilización, a las que se sumaron los partidos democráticos. Ahora, las divergencias surgidas entre éstos en tomo a la, estrategia de pacificación y la rivalidad propia del momento preelectoral son factores que seguramente intentarán utilizar en su favor los amigos de los secuestradores.

Por ello, han hecho bien Gesto por la Paz y demás colectivos pacifistas convocantes de la manifestación al decidir mantener cómo única consigna de la misma la de "José Mari, etxera [a casa]. Libertad". Porque, como han dicho, "el secuestro de una persona es razón suficiente para movilizarse por su libertad, sin otras consideraciones". El colectivo Elkarri, que condenó el secuestro a la vez que lo enmarcó en un contexto de "múltiples violencias", propuso añadir a ese lema el de "diálogo para la paz". Su argumento fue que "la manifestación no puede ser unilateral, porque entonces carecería de un espíritu reconciliador, constructivo y positivo".

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Es hasta cierto punto lógico que un grupo que aspira a mantener la equidistancia entre el radicalismo que apoya a ETA y los demócratas plantee las cosas en esos términos. Pero no será posible ayudar a los sectores que dentro de ese movimiento desean sinceramente el fin de la violencia si los demócratas no son a su vez sinceros con ellos; es decir, si no les dicen claramente que no es posible condenar el secuestro y exculpar a los secuestradores; que no hay ninguna causa política que justifique esa injusticia, y que supeditar el fin de les secuestros y asesinatos a la aceptación de la negociación propuesta por ETA no es un planteamiento pacifista, sino bélico.

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