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Guillermo Cabrera Infante intenta cantar boleros escribiendo literatura

El escritor presenta 'Delito por bailar el chachachá'

Guillermo Cabrera Infante no sabe bailar chachachá, y lo lamenta. Ayer comentaba que su vida hubiera sido totalmente distinta si él y su mujer -Miriam Gómez, su compañera omnipresente- hubiesen bailado al ritmo de la música cubana que han venido escuchando diariamente durante décadas. Delito por bailar el chachachá (Alfaguara) es su forma de meterse la música en el cuerpo, a través del sonido de las palabras, de una literatura que trae ecos de ondulantes noches habaneras. "Es imposible escribir música con palabras", dijo ayer el autor cubano, para después añadir: "Mi pretensión ha sido cantar boleros por medios verbales, aunque no es algo nuevo. Kerouac quiso escribir el ritmo del jazz y en el romanticismo se pretendió escribir romanzas con palabras".Sin embargo, Cabrera Infante lo que hace es dar rienda suelta a su conocida afición a los juegos de palabras y, en particular, al juego del sonido y el sentido. "Yo escribo con el oído", explica. "Yo siempre empiezo por el sonido de las primeras palabras y luego las sigo. Después del título, la primera frase es la que da origen a las siguientes. Para mí no existe el temor a la página en blanco, existen sobre todo las palabras que se encadenan unas tras otras".

Ayer se presentó Delito... con un acto en el que participaron Javier Marías y Vicente Molina Foix, seguido de una fiesta con Lucrecia y su Orquesta. "El título es irónico", dijo. "Nació como un episodio del guión que escribí para Andy García, pero que fue eliminado. La historia está basada en un hecho real ocurrido en La Habana en 1950. Escribí un cuento y luego una trilogía de cuentos cortos, que para mí tienen un sentido unitario".

Cabrera Infante sigue soñando con Cuba, pero no una Cuba del futuro, por no hablar del rechazo que siente por la Cuba de Fidel. Lo hace con La Habana que él conoció y con la que retrata en su primera gran novela, Tres tristes tigres. "La nostalgia es la puta del recuerdo", suele decir, y lo dijo. "No pienso en mi vida en La Habana en el futuro. Yo pienso sólo en La Habana de los años cincuenta". El escritor no fantasea con la Cuba después de Fidel. "Sería hacer ciencia-ficción. Es imposible predecir en política".

Cabrera prefiere luchar contra el presente y por eso se ha opuesto a la reconciliación de las dos Cubas a través de los encuentros de intelectuales celebrados en Estocolmo. "Todo eso es una fabricación del Ministerio de Cultura de Cuba y la Unión de Escritores Cubanos", dice. "Son reuniones políticas que sólo convienen a Fidel".

En este libro, escribe: "En el socialismo el hombre es siempre culpable". Y lo explicó ayer: "Cuando se impone el socialismo totalitario todo el mundo tiene que rendir cuentas a la policía, al Estado, y hasta ocultar su conducta sexual, si no es la permitida".

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