"El chiste es breve, anónimo, verde y catártico"
Ana María Vigara Tauste, de 39 años, profesora de Lengua en la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense, pasó cerca de un año grabando chistes. Los que les contaban sus amigos, sus compañeros, sus vecinos. El objetivo, redactar un libro que explicara el mecanismo interno de este "género pseudoliterario", esto es, sus componentes, sus elementos y su naturaleza. Al final, tras 200 chistes recogidos y analizados, el trabajo está en la calle: El chiste y la comunicación lúdica: lenguaje y praxis, Ediciones Libertarias.
Pregunta. ¿Por qué el libro?
Respuesta. Yo ya he trabajado en la lengua coloquial, y el chiste, en concreto, no estaba estudiado. Además, he de decir que me lo he pasado mejor de lo que creía. El chiste es más gratuito de lo qué pensaba, con menos teorías freudianas alrededor. La gente colaboró mucho. Todo el mundo tenía un primo que contaba muchos chistes...
P. Y después de tanto estudiarlos, ¿qué es un chiste?
R. Es un subgénero pseudoliterario, que se mueve en la ficción, con cierre sorpresa; tiene que ser, además, anónimo, breve, por lo general verde y catártico.
P. ¿Por qué verde?
R. Los psicólogos afirman que los chistes verdes son los que mejor se recuerdan, porque tienen que ver con contenidos emocionales elevados.
P. ¿Contar chistes es inteligente?
R. Es una manera de comunicarse de forma lúdica. Es jugar, como hacen los niños, porque los chistes son ficción. No es que sea inteligente contar chistes, es que los chistes van dirigidos a la inteligencia. Y el resultado es un gesto afectivo: la risa.
P. ¿Cuándo es malo un chiste?
R. Un chiste es malo cuando se frustra, es decir, cuando se ve venir. Falla lo que se llama la estrategia comunicativa, el final sorpresivo se chafa. Un ejemplo es el de los chistes con la palabra huevos; por lo general, son malos porque uno se imagina de qué va el asunto.
P. ¿Fue fácil editar el libro?
R. No; de hecho, me paseé por más de 12 editoriales y en muchas me dijeron que los contenidos eran fuertes. Los chistes van en el libro tal y como me los contaron, con palabrotas. Pero si se trata de explicar y describir la lengua oral, pues no hay otra manera de hacerlo.
P. ¿Ha aprendido a contar chistes?
R. No; conmigo no se ríe nadie.
P. Pero diga su favorito...
R. En el velatorio de un albañil, un hombre llora emocionado. La viuda se le acerca: "Usted era un buen amigo". "Sí, y me dijo sus últimas palabras: '¡No muevas el andamio!".
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