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Un 56% de los últimos 45 embajadores nombrados jamás había trabajado en su zona de destino

"Si los embajadores se reclutasen mediante anuncios por palabras en la prensa", ironiza un joven diplomático, "el texto sería, por ejemplo, el siguiente: Se necesita embajador de España en Latinoamérica. Se requiere nula experiencia en la zona". En 34 meses han sido nombrados 45 embajadores, si se exceptúan dos con carácter político: Claudio Aranzadi en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y Raúl Morodo, en Portugal. Más de la mitad (56%) de los jefes de misión nombrados nunca habían estado destinados previamente no ya en la capital. donde dirigen ahora una embajada, sino en cualquier otro país de esa misma región geográfica.

Alfonso Ortiz Ramos es un diplomático alicantino de 52 años con una dilatada experiencia en América Latina. Estuvo en Venezuela, fue embajador cinco años en Costa Rica y desde hace tres está al frente de la Subdirección General de Países Andinos. En e Ministerio de Asuntos Exteriores sus colegas le consideraban, por su trayectoria y su buen hacer, el candidato idóneo para hacerse cargo de la Embajada de España en La Habana. El titular de Exteriores, Javier Solana, se dispone a nombrarle embajador en El Cairo. Nunca ha estado destinado en Oriente Próximo ni en el mundo árabe.Eudaldo Mirapeix y Martínez es un diplomático barcelonés de 51 años que ha hecho prácticamente toda su carrera en puestos en Estados Unidos o en el ministerio en Madrid, pero relacionados con esa superpotencia. En Exteriores tiene fama de pronorteamericano, algo que él niega aunque reconoce que cuenta con buenos amigos del otro lado del Atlántico. Sus compañeros de carrera veían en él a un posible embajador en Washington. Solana acaba de nombrarle embajador en La Habana. Nunca ha estado destinado en Latinoamérica ni en el Caribe.

A diferencia de parte de la Europa comunitaria, el Ministerio de Asuntos Exteriores español no se ha caracterizado, por fomentar la especialización, de sus funcionarios a pesar de que los asuntos a tratar por los diplomáticos son cada vez más complejos. Desde que Solana asumió las riendas del palacio de Santa Cruz, en julio de 1992, la tendencia a la desespecialización se ha incluso acentuado.

Por su carácter político y su no subordinación a un embajador, algunos consulados generales son como auténticas embajadas. Es el caso del de Jerusalén, que de facto representa a España en Cisjordania y Gaza y administra cerca de mil millones en cooperación, y del de Hong Kong que, además, lleva los temas de Taiwan.

Embajadas como premio

Al frente del primer o Solana se dispone a nombrar a Manuel Cacho, un diplomático de reconocida eficacia pero que nunca ha residido en el mundo árabe, en Israel ni tiene experiencia en cooperación. Del segundo se hará cargo Fernando Corral, que tampoco ha estado destinado en Extremo Oriente o en el sureste asiático.

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"En este ministerio", comenta un veterano diplomático que ha vivido largos años en Asia, "se busca una embajada para premiar a un determinado diplomático y no a un diplomático con un cierto perfil y trayectoria para hacerse cargo de una determinada embajada".

A Carlos Spottorno Díaz-Caro, Solana decidió, por ejemplo, hacerle embajador. Le habían llegado buenos informes de su labor, con 50 años poseía la antigüedad requerida y era hermano del secretario general de la Casa del Rey. Le mandó en noviembre a Tailandia, un país y una zona que nunca había pisado.

Spottorno lleva ahora un semestre en Bangkok y está además acreditado en Laos, Camboya, Birmania y Vietnam. Está contento de ser embajador pero ante el español que le visita en su residencia hace gala de no saber una sola palabra de tailandés, ni siquiera para decir "gracias", expresa su desagrado por la cocina local y todas las gastronomías del sureste asiático y sólo es capaz de recomendar en la ciudad restaurantes franceses e italianos. Añora en voz alta sus anteriores destinos: Roma y París.

No todos son como Spottorno o José Antonio San Gil, cuya inadaptación a Cuba le hizo dimitir al cabo de 19 meses. Hay ejemplos opuestos de diplomáticos que ejercen buena parte de su vida profesional en una región del mundo o repiten estancias en un mismo país. Son pocos y lo hacen motu propio, nunca incentivados por el ministerio, que no alienta la especialización.

Dos sectores del ministerio se han, no obstante, especializado porque no les ha quedado más remedio. La Dirección General de Seguridad y Desarme y, sobre todo, la Secretaría de Estado para la Unión Europea. Los altos funcionarios que la integran pasan entre Madrid y Bruselas un promedio de 10 años y su labor suscita unánimes elogios de sus colegas extranjeros con los que les toca lidiar. "Son la élite de la diplomacia española", comenta uno de ellos.

Veteranía y 'enchufe', primados

El último intento de especializar a toda la carrera se produjo al año de llegar Javier Solana a Exteriores. Fue en julio, de 1993 cuando Miguel Ángel Moratinos, un director general cuya trayectoria está vinculada al mundo árabe, propuso a título personal atribuir puestos en función de "perfiles profesionales de idoneidad".El entonces subsecretario de Exteriores, Máximo Cajal, creó un grupo de trabajo para estudiarlo y lo enterré. A relegar al olvido la idea contribuyeron en buena medida los jóvenes de la carrera, que quieren ver mundo y temen ser encasillados gran parte de su vida profesional en una determinada zona geográfica, y los 200 diplomáticos con rango de consejeros, los más afectados por la propuesta.

Con 722 diplomáticos en activo, el actual subsecretario, Jesús Ezquerra, considera harto difícil que el "oficio pueda compartimentarse" aunque sea de forma flexible. El que es, de hecho, el jefe de la carrera no cree además "conveniente condenar a la gente a realizar su labor en una zona" y asegura que lo de verdad "importante para un diplomático es que tenga un profundo conocimiento de los objetivos y prioridades de la política exterior española".

La especialización está definitivamente sepultada. "Un diplomático podrá seguir siendo a lo largo de su carrera cónsul adjunto en Múnich, consejero comercial en Rabat, director del Instituto Cervantes en Damasco, consejero político en Pekín, consejero de prensa en El Cairo y coordinador de la cooperación al desarrollo en algún lugar de Centroamérica", se lamenta el experto en Asia. "No la competencia profesional sino la veteranía y, en menor medida, el enchufe continuarán siendo los principales criterios para nombrar a embajadores".

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