El muro de contención del tripartito vasco
El pacto de gobierno de Euskadi se extenderá a los ayuntamientos
Ante el ascenso de, fuerzas su puestamente emergentes, como el PP, IU y Unidad Alavesa (UA), los partidos que cogobiernan la comunidad autónoma vasca -PNV, PSE-EE y EA- se han visto obligados a levantar un muro de contención que, les asegure el control institucional local y provincial e impida a los primeros capitalizar su progresión electoral. Ese muro no es otro que el acuerdo por el que los partidos del Gobierno se han comprometido a apoyar a la más votada de sus candidaturas en el momento de la designación de los alcaldes y diputados generales. Sobre el papel, la, extensión del pacto de Gobierno. a los ayuntamientos y a las poderosas diputaciones forales convierte a la alianza tripartita en una verdadera apisonadora incluso en terrenos inhóspitos, como el alavés, de manera que la incertidumbre reside más bien en el respeto estricto a ese pacto genérico, en la aplicación efectiva del acuerdo a todas y cada una de las instituciones.Junto a la cuestión alavesa, caracterizada políticamente por la disputa entre las fuerzas nació nalistas y no nacionalistas, las elecciones brindan la oportunidad de asistir a un nuevo, asalto, del PP a la condición del PSE-EE como primer partido vasco de ámbito estatal y ofrecen la perspectiva de la entrada de IU en los ayuntamientos de las principales capitales vascas. Plantea asimismo la incógnita de los votos que pueda cosechar HB en medio de la movilización ciudadana con tra el secuestro de José María Aldaya. Definitivamente amarrada por KAS, coordinadora en la que participa ETA, fiel al guión que le exige "complementar las distintas luchas", HB enfatiza cada vez más su respaldo público a la violencia entonando miméticamente el discurso terrorista.
Tras la kasificación de sus estructuras internas, con una ETA lanzada al asesinato político y a la máxima desestabilización, no parece que HB pueda reeditar la campaña electoral que en los pasados comicios autonómicos le permitió recuperar 25.000 de los votos perdidos, pero seguro que confía en capitalizar el desconcierto y la división de las fuerzas democráticas y las confusas expectativas de una negociación política reabierta recientemente. Más aún, tras el asesinato de su portavoz y concejal donostiarra, Gregorio Ordóñez, el PP vasco ha hecho de San Sebastián el símbolo de su renacimiento como partido y, aunque la alianza tripartita anula teóricamente sus posibilidades de alzarse con la alcaldía, es en la capital donostiarra donde volcará sus esfuerzos para tratar de renovar con el mayor brillo posible el título de primera fuerza de la ciudad. En esta campaña, el PP ha incrementado notablemente el número de sus candidaturas municipales lanzado a la tarea de seguir incorporando el voto de la extinta UCD, que derivó hacia el PNV y también hacia el PSE.
La de San Sebastián es una pelea abierta en la que entran. en liza los tres socios del tripartito escenario clave de la contienda electoral y terreno propicio de la negociación a la que previsiblemente llegarán los tres partidos una vez efectuado el recuento de votos. Dada la fortaleza del PNV, el compromiso de apoyar a la lista más votada reduce el margen de maniobra de que disponen sus socios para tratar de consolidar sus actuales posiciones en determinados ayuntamientos, pero, a cambio, el PSE-EE y EA obtienen garantías de estar presentes en las diputaciones y disponen de un colchón para amortiguar riesgos.
Por su parte, el PNV necesita garantizarse la presidencia de las diputaciones para, dada la estructuración del país y la relevante función de, esos gobiernos provinciales, poder aplicar una política homogénea en los tres territorios. En el caso de Alava, el concurso del PSE-EE resulta determinante en la medida en que puede desbaratar la articulación institucional nacionalista, pero, pese a las reticencias a la aplicación del tripartito mostradas por los socialistas alaveses, no parece previsible que lleguen a la ruptura del acuerdo.
En la actual situación, el PSE-EE busca controlar los daños, salvaguardar sus dominios en los antiguos bastiones de la margen izquierda de Bilbao, donde se ve amenazado por el propio PNV y seriamente desgastado por el ascenso de IU y hasta del PP. El 28-M plantea, por lo demás, la consolidación del avance de los partidos no nacionalistas en un terreno hasta ahora poco propicio para ellos, el de las elecciones locales.El propósito de articular en torno a sí al nacionalismo democrático le exige al PNV acreditarse como primera fuerza en las tres provincias de la comunidad y alzarse con las alcaldías de las capitales. Vizcaya y Bilbao son terreno conquistado, sin resquicio, para la incertidumbre.En Vitoria, y sin contar con el arrastre electoral de su candidato, el actual alcalde, José Ángel Cuerda, la alianza tripartita le garantiza no sólo la Diputación, sino también la alcaldía, habida cuenta de que, con los últimos resultados de las autonómicas, una posible coalición entre el PP y UA quedaría 1.500 votos por debajo. Su problema está en San Sebastián y, desde luego, en Guipúzcoa, donde debe desbancar a HB como fuerza más votada.
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