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Gente normal

Juan José Millás

De vez en cuando vuelve a estas páginas de Madrid, como un fantasma del pasado, Francisco García Escalero, el mendigo asesino, ¿recuerdan?, el psicópata que sólo mataba gente de su misma clase social porque una fuerza interior le obligaba a ello. El otro día reconoció ante el juez la comisión de todos los crímenes que se le imputan y pidió un juicio rápido. Rogó también que le sacaran de la cárcel de Alcalá-Meco y le trasladaran' a un psiquiátrico penitenciario (contradictio in terminis), porque, en sus propias palabras, "no puedo estar con gente normal"."No puedo estar con gente normal". Se te ponen los pelos de punta cuando oyes a un psicópata decir una frase como ésa, sobre todo si piensas que fue gente normal, por ejemplo, la que asesinó a Lasa y a Zabala; gente normal también la que tuvo secuestrado, no sé cuantos días, a Segundo Marey, un anciano con los ojos vendados al que hicieron creer durante miles o millones de minutos que lo iban a matar al siguiente. Precisamente, el mismo día en el que García Escalero pronunció esta frase genial y calificó de gente normal, sin ninguna ironía, a sus compañeros de Alcalá-Meco, leímos en la prensa una entrevista con Adolfo Scilingo, el ex militar argentino que, según confesión propia, arrojó vivos al mar, desde un avión, a 30 presos políticos. Es un tipo normal también: en la foto, viste jersey de pico, camisa a rayas,y un bigote amable. Lleva el pelo peinado hacia atrás, quizá con un toque de gomina, y se expresa con precisión. Es un tipo normal, ya digo, padre de familia. Tuvo durante algún tiempo problemas con el alcohol, porque no le gustaba eso de haber arrojado tanta gente al mar (dice que una vez por poco se cae él al empujar a un subversivo), pero ahora ya está recuperado y tiene una relación normal con su mujer y con sus hijos, que son gente normal, y lo hilan comprendido todo.

Yo no sé si en el psiquiátrico penitenciario (contradictio in terminis) al que García Escalero quiere ir hay psiquiatras, pero si los hubiera yo les recomendaría que le mostraran al mendigo asesino un repertorio de gente normal, para que se le qu ¡te al pobre ese complejo de inferioridad que tiene con estas personas. Podrían empezar contándole las aventuras de Scilingo, que lleva 30 muertos sobre la conciencia, o como quiera que se llame la cosa donde esta clase de gente lleva a los muertos, y que, sin embargo, está en la calle. No sólo está en la calle, concediendo entrevistas a diestro y siniestro, sino que además el cura castrense (otra contradictio in terminis) al que pidió confesión le dijo que había hecho muy bien, pues era necesario, tal como decía la Biblia, separar el trigo de la paja. El cura castrense, querido Escalero, también era un tipo normal, por eso digo que no te agobies tanto por lo de la normalidad.

El caso es que Scilingo no sólo está en la calle, negociando la venta de su historia con una productora de Holywood, sino que jamás podrá ser encarcelado porque hay en su país, que es un país normal, unas leyes que impiden juzgar a esta clase de asesinos en serie. Pero cuando más se nota que Adolfo Scilingo es un tipo normal es cuando afirma que habría sido mucho más militar fusilar a los subversivos.que arrojarlos al mar. Y añade, para que veamos que es un tipo normalmente informado, que -en ningún código militar "está escrita la burrada de hacer desaparecer gente". A continuación, por si todavía no hubiéramos apreciado su grado de normalidad, afirma que "era más simple el método de Hitler, con cámaras de gas

Hay multitud de ejemplos de normalidad, en fin, que no sólo aliviarían el complejo de García Escalero, contribuyendo a su reinserción, sino que lo convertirían incluso en un paradigma de normalidad. Madrid debería enorgullecerse de tener un convecino tan normal. Al lado de muchos que me sé, Escalero, eres un santo.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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